Yo no tengo alma de pingüino para aguantar las ondas polares, así que en estos días voy a aprovechar que estoy de vacaciones, y por fin ¡por fin! podré acabar mi libro… hay gente que cree que soy un sabihondo de esos de primera, pero no, soy un pela’o como todos, con algunas aptitudes y muchos defectos… en días pasados me apostaban que si era “muy chucho” que les dijera que significaba “robarse una techalota”, de principio me agarraron en curva, pero luego buscando, en el archivo me encontré esto que hace muchos años escribió mi hermana Victoria:
ROBARSE UNA TECHALOTA
En los meses de octubre y noviembre, ya con la cosecha levantada y libres de las labores agrícolas, es cuando tradicionalmente se celebran los rodeos; eso cuando se sembraba maíz, ahora creo que es de importación porque en muchos ranchos ya no se siembra nada, están solos, pero antes cuando era tiempo de pizcar el maíz, los chicos nos "robábamos una techalota" para nuestros "antojos".
"Robarse una techalota" consiste en destazolar unas cuantas mazorcas de maíz, desgranarlas con una "olotera" y hacer un "quimil" en el rebozo, el delantal o el sombrero para llevarlo luego al único tendajón de la ranchería y cambiar el total de aquellos granos por pan de semita y dulce de piloncillo. Las techalotas no se cambiaban por dinero, únicamente por productos, cosa que era muy bien aprovechada por el acaparador del maíz, en este caso el dueño del tendajón; de igual manera se procedía con los "blanquillos": uno para jabón, dos para el azúcar, etc., etc.
La única ocasión en que la techalota y los blanquillos se trocaban por dinero era cuando arribaba a la ranchería el ambulante Cine Colonial. En un desvencijado camión cerrado con las carteleras de las películas colgando por sus costados, hacía su aparición, rentaba un corralón, se hacía publicidad en ranchos aledaños y esperaba la afluencia de los ansiosos espectadores.
Se alborotaba la muchachada y dondequiera se oía la pizcadera. Los empresarios hacían un arreglo con el comerciante para que proporcionara el medio monetario para el boleto de admisión el cual no ponían ningún reparo en recibir además del maíz y los huevos, gallinas, pollos y hasta puerquitos.
A la hora de la función, después del rosario, no antes, (a veces se adelantaba el rosario para que también los devotos pudieran disfrutar del espectáculo) y allá íbamos cada cual con su silla en la mano a presenciar en cuatro hilvanadas sábanas blancas cuyos bordados hacían cacarizas en las estrellas del cinema, la proyección de viejas películas como las de "El Aguila Negra", "Viruta y Capulina", cortos mudos del "Gordo y el Flaco", las de Miguel Aceves Mejía y Rosita Quintana, y las grandes favoritas: las del inolvidable charro cantor Jorge Negrete, mientras consumíamos kilos de semillas tostadas, esquite y ponteduro preparados especialmente para la ocasión y de cuando en cuando espantábamos los puercos que se nos metían entre los pies y callábamos a las vacas que les daba por mugir a cada gorgorito de los que soltaba el inigualable Pedro Infante.
Tales eran los placeres que proporcionaba a los niños de rancho el "robarse una techalota". Hoy los niños silvestres de las ciudades juntan latas vacías, botellas, roban carteras mal cuidadas, estéreos y todo tipo de cosas que se puedan "cambalachear" por dinero y no precisamente para comprar pan y dulces, y muchísimo menos para ir al cine, sino para su triste y pesado placer de drogarse en cualquier mes del año.
VUELVE LA CULTURA A JEREZ
Parece que ya se está comprendiendo que la cultura no es privativa de un grupo selecto y elitista, pues en el Instituto de Cultura se están dando cambios con los que se nota hay apertura, propósitos de volver a darle rumbo a la nave que estuvo a punto de zozobrar, solo quedan dos o tres rémoras que andan muy calladitos pa’ salvar el pellejo, pero esperemos que reine la cordura, la armonía y ganas de hacer las cosas bien para que regresen las actividades lúdicas y culturales a brillar como brillaban en años anteriores (como cuando estaba el profe Nicolás Esquivel). No hay de otra doctora Esther, a écharle ganas a esa rifa del tigre que le tocó. Bueno, a la doctora la conozco desde que era bien chirris y no era doctora, y sé que es una persona muy inteligente, muy metida con la gente de Jerez y que acepta retos, y los saca adelante… Gran compromiso, y más que ya se debe tomar en cuenta que Jerez tiene un nombramiento al que debe hacerle honor… si necesita escoba y jabón pa’ barrer y limpiar todo lo malo que por ahí había, pues a echar escobazos… o unas ramas de pirúl, pues a hacer la “limpia”… o de plano un látigo, yo vi por ahí en la Casa del Campesino con Chon de la Torre unos muy buenos…
Y bueno, no me queda en esta ocasión más que agradecer a todas las personas que se tomaron su tiempo para leer mi columna, una columna en la que platiqué de lo que se me ocurría… que en estos días se reencuentren con sus familiares, que gocen de la alegría navideña… y que si pueden se echen unos buenos chupirules en navidad… ¡Feliz Navidad a todos!
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