REVISTA. Ya comenzamos a recopilar material, publicidad y fotos para la mejor revista de la feria “Mi Tierra” que por muchos años hemos editado en el mes de abril. Desgraciadamente estas festividades de primavera van a estar muy desangeladas, pues no hay dinero, la economía está del cocol… y de pilón no hay interés por su organización. No se sabe nada del patronato, pero lo más probable es que se le siga premiando a los que se han gastado millonadas en cumplir caprichos personales. Quien tenga fotos o relatos que deseen se publiquen en la revista, los pueden llevar a Reforma No. 51, Centro o enviarlos a mi correo miguel.berumen@gmail.com Gracias.
TODO O NADA
Cuando apenas empezaba a agarrarle el gusto a la lectura, me emocionaban los relatos que las gentes grandes hacían sobre tesoros, relatos que se transmitían de generación en generación y se creía en ellos, como ese que donde quiera toma carta de identidad y que hay quien jure es cierto, el de que en cuevas u oquedades profundas hay un inmenso tesoro, y que al tomarlo, se oye una voz espeluznante que dice “Todo o nada”, obligando a dejar al buscador lo que haya tomado.
Recuerdo que en una ocasión que andábamos explorando una cueva, allá por la sierra del venado, entramos a ella por una grieta estrecha, y nos metimos de ladito, luego llegamos a una cueva más grande. Con nosotros iba un amigo muy miedoso que desde que salimos de Jerez iba preguntándonos: “¿Y si se nos aparece el fantasma que nos diga que todo o nada? ¿Y si se nos cierra la cueva?”.
Total, cuando estábamos adentro, encontramos algunos huesos que nunca supe si eran humanos o de animal y eso asustó mucho al cuate del que no diré su nombre, que salió volado para afuera, trató de salir por la grieta y no pudo y se puso a gritar bien desesperado que la cueva se estaba cerrando. Po’s ahí vamos en chinga atrás de él, nos contagio su miedo. Y ahí estaba atorado en la grieta chillando como cochino atorado y es que quiso salir con la panza al frente. Lo jalamos, y salimos de ladito sin ningún problema. La cueva no se cerró ni nada, pero ya nadie quiso volver a entrar.
Me cuentan una historia algo curiosa, que en seguida anoto:
“Durante la época de la revolución mexicana, se tomaron muchas riquezas y se habla de que existen grandes tesoros ocultos en la sierra de los Cardos, esto por los saqueos que los revolucionarios hacían a los acaudalados de la época. Muchos esperaban recuperar estos tesoros acabada la refolufia y vivir una vida bien placentera. Había en Jerez un muchacho que le hacía a todo, que vendía periódico, andaba de cargador, y le ayudaba al pagador Ochoa que tenía la concesión del cine en el Teatro Hinojosa. Todos le decíamos “Juan Quilimaco”, aunque nunca supe si ese era su verdadero nombre.
Como el trabajo en el Teatro Hinojosa era por la tarde y noche, en el día le gustaba ir a pajarear por la sierra, y a veces andaba por allá dos o tres días nomás cazando torcazas con su resortera.
Quilimaco platicaba que en una de sus excursiones subió por el rancho de Virginia a los Cardos, y que en unos peñascos que están como a unos cuatro kilómetros al poniente del rancho encontró una cueva; entró a ella con miedo, y adentro, vio que había muchos cajones de madera. Los cajones no estaban tapados, por lo que vio que había en ellos barras pesadas, como de oro, también dijo que había varias ollas con monedas, y unos recipientes hechos de cuero y a lo mejor llenos de monedas.
Juan Quilimaco quedó impresionado por todo lo que había en la cueva y más porque había restos humanos. Pensó que las personas que llevaron el tesoro ahí, fueron asesinadas y dejadas como guardianes, para prevenir que ellas mismas fueran a sacarlo. Quilimaco llenó su morral de monedas, pero al momento de querer salir escuchaba una tenebrosa voz que le decía “Todo o nada”.
Despavorido salió corriendo, y así corriendo se vino hasta Jerez. Contaba su historia para ver si alguien lo quería acompañar y traerse todas las riquezas que había visto. Nadie le hacía caso, así que un buen día se decidió a ir a la cueva nuevamente, bien cargado de morrales y además se llevó un papel y un lápiz para elaborar un mapa con la ubicación exacta de donde estaba el tesoro. Pero, por más que buscó y buscó ya no dio con la entrada de la cueva. Esto hizo que cayera en una desesperación y depresión tremenda, y le diera por entrarle al alcohol. Cuando andaba medio briago repetía sin cesar “todo o nada, todo o nada…”.
Pero, hay quien asegura que Juan Quilimaco sí sacó algo o pudo entrar luego a la cueva, pues a veces traía colgadas al cuello cadenas y medallas de oro. Don Pancho Mata le preguntaba que de donde las sacaba y le respondía: “En la cueva de todo o nada, solo los indios podemos sacar lo que ahí hay, pero lo tenemos que devolver también”.
PETICION
A Gregorio Tiscareño (mejor conocido como “El Chapulín) le ruego que así como fue a solicitar el apoyo para la celebración de los XV Años de su hija, mismo que se le dio ampliamente, de la misma manera vaya a cumplir como hombrecito con los compromisos contraídos. Nomás las golondrinas vuelan de oquis…
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