Ilustración de Vicky Berumen Félix |
Hace
pocos días falleció el maestro Rubén González de la Torre. Un hombre sencillo
que supo ganarse un lugar muy importante entre los jerezanos gracias a su
bonhomía, a su dedicación, a su humildad y a muchos otras cualidades con que
fue dotado.
Fue
el segundo hijo de don Salomón González Salazar y de doña Consuelo de la Torre
Berumen. Don Salomón y doña Consuelo se preocuparon, como todos los González de
La Estancia, de que su familia a pesar de ser numerosa (14 hijos) tuviera la
mejor educación.
Contaba
don Rubén, que lo de ser artista lo traía en las venas, pues desde niño
preparaba obras de teatro con muñecos que él mismo hacía. Les inventaba los
diálogos y hasta cobraba a los niños que acudían a sus representaciones: “Según
el chango era la pedrada” –recordaba- “Un cinco o un diez, lo que trajeran era
bueno”.
Don Rubén y su esposa Zita Valdés Jaramillo |
“Allá
solo duré cosa de un año, me regresé a Jerez con unos cuantos dólares y el alma
llena de rencor por la discriminación que nos hacían los gringos”.
Don
Salomón tenía un negocio de abarrotes muy bien surtido, por el callejón de la
Parroquia. “El Muelle” se llamaba, y Rubén su hijo, a pocos pasos, -en la
esquina del callejón y calle del Placer- estableció su propia tienda de
abarrotes a la que llamó “La Playa”. –“Ya teníamos la playa y el muelle, solo
nos faltaba el mar. Y nada que aparecía el mar de gentes que esperaba atender
en mi tienda, porque como don Salomón estaba bien aclientado, no dejaba nada
para mí. Para entonces tenía veinte años, me entretenía dibujando en el papel
de envoltura y haciéndoles caricaturas a los poquitos clientes que llegaban”.
Don
Salomón advirtiendo que de abarrotero no se iba a mantener, le aconsejó que se
fuera a la ciudad de México, a ver si allá le iba mejor con sus dibujos. “Allá
llegué con un tío, y a los poquitos días corrí con suerte, pues pude
inscribirme en un curso de historieta en la escuela libre de arte y publicidad.
Al principio éramos muchos los interesados, pero al último solo quedamos seis”.
Desde
entonces ingresó al mundo de la historieta, aprendiendo de muchos maestros como
el reconocido dibujante Antonio Gutiérrez Salazar, recordado por sus dibujos en
medio tono impresos en sepia en la mayoría de las publicaciones de “Lágrimas,
Risas y Amor”, con guiones de Yolanda Vargas Dulché y Guillermo de la Parra. En
esa editorial “Argumentos” (EDAR) don Rubén encontró acomodo por más de veinte
años, dibujando, dibujando y dibujando.
A
mediados de los ochenta, decide junto con su familia regresar a su tierra,
donde en la casa que había adquirido puso su taller de dibujo. En ese taller se
hacía la revista “Fuego” que semana a semana circulaba con un tiraje de más de
500 mil ejemplares. El guión se lo enviaban de México, y aquí don Rubén hacía
los monos, y sus ayudantes (que eran de la familia) se repartían el trabajo
complementario: escenografía, vestuario, letras, detalles, sombras, etc. Cada
15 día se enviaban por Omnibus de México las láminas de varios números.
Aproximadamente don Rubén y familia
participaron en 800 números de esa revista.
Ahí
mismo en su hogar, en su taller, recibía a jóvenes con aptitudes artísticas y
los aconsejaba para que encauzaran esas aptitudes. El maestro Rubén colaboró
ampliamente con el Instituto Jerezano de Cultura donde por muchos años estuvo
al frente del Taller de Dibujo.
Afortunadamente,
fue una persona noble, nada egoísta, por lo que sus conocimientos no se fueron
con él, sino que en diferentes etapas de su vida los compartió y han servido
para que quienes se acercaron a él, hayan podido abrevar de sus conocimientos.
Sit
tibi terra levis, RUGOTO.
Tuve la fortuna de conocer el taller del maestro Ruben Gonzalez, era una persona muy sencilla y amable nos mostró pinturas que realizó de calles de Jerez, estuve allí acompañado por Pastor Jaramillo, un familiar de parte de su esposa, acontecimiento que nunca olvidaré.
ResponderEliminarConocí de niña a don Ruben y a su adorada esposa,tuve el placer de que su familia y mi familia conviviéra en su estancia por D.F ,son personas que quisiera volver a verlas , siempre fueron recordadas con mucho cariño y respeto.
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