Leyendas, Costumbres, narraciones y mucho más, producto de las investigaciones, recopilaciones y trabajo de Luis Miguel Berumen Félix
miércoles, 29 de julio de 2009
LOS DURITOS DEL PORKY
No tengo a la mano la Ley o Reglamento de Imagen Urbana, pero hay muchos cambios y ordenamientos que atentan contra lo que es parte de la identidad jerezana, todo en aras de un Programa que la verdad no ha traído grandes beneficios a nuestro municipio. Siempre dicen que bien vale el sacrificio de orita porque los beneficios se verán a futuro. Ya quisiera yo que hubiera alguien que me garantizara la vida pa’ mañana. Se cuenta que se va a regular la venta de duritos y tostadas. Y es curioso, los jerezanos identificamos a quienes se dedican a esta actividad, como íconos de la ciudad. La esquina de Pino Suárez y García Salinas no sería igual sin El Durazo, lo mismo la Reforma y Guanajuato sin El Foxy y Raúl, o la Plazuela sin El Porky.
En Zacatecas y Fresnillo, aprovechan la mercadotecnia y lanzan ganchos para atraer clientela, así han florecido los locales y expendios donde se pregona “Aquí las auténticas y originales tostadas y duritos jerezanos de El Porky”. Y, como conozco al Porky -Carlos García-, porque vivo frente a donde a diario vende su producto, se me ocurrió preguntar: ¿Oiga, y en Jerez donde se pone el Porky? –Orale patrón ahí le hablan-, dijo uno de los empleados. Y se me acercó un sujeto moreno, gordo preguntándome que qué deseaba. –Pura curiosidad, quería saber donde se instala el Porky en Jerez. -¡Ah, mire! Ahí en el mero centro, en la esquina de una calle que va para la iglesia. Por cierto, orita le voy a hablar pa’ que me mande más mercancía, porque… ¡viera cómo se venden sus tostadas!-. Ya no dije nada y me fui riéndome para mis adentros, pues las tostadas y las salsas no se parecen en nada a las que disfrutamos con alguno de los hermanos García y dudo mucho que el gordo moreno conociera a cualquier durero jerezano.
La gente de Zacatecas, Fresnillo y otros lugares, vienen a Jerez, preferentemente los fines de semana, a comer tostadas y duritos, comprar carne y dar una vuelta por el mercado. Disfrutar de una buena tostada o un crujiente durito, puede resultar muy peligroso por la facilidad con que ocurren las salpicaduras de líquido colorado, especialmente donde no hay ni mesas ni sillas para los antojados. Cuando las tostadas están bañadas en salsa se pueden convertir en manchadoras esquirlas que caen en los platos y salpican la ropa. El riesgo es mayor cuando no hay un lugar donde apoyar el plato y se tienen que hacer maniobras en el aire para sostener el plato con tostadas o enrroscados duritos, el refresco y la servilleta. Una salpicadura de chile en la camisa del licenciado, en el uniforme del repartidor de bimbo o del chofer de la camioneta blindada, en el blanco atuendo de la enfermera, en el traje sastre de la secretaria o en la camisola del estudiante son muestra de la impericia para maniobrar tan exquisito antojo. Los jerezanos han desarrollado toda una técnica para comer duritos y algunos son verdaderos expertos que son capaces de despacharse un buen número de enchilosas tostadas ataviados con elegantes trajes sin que quede el más mínimo registro de salpicadura colorada.
Lo básico es asegurar un buen lugar, una bardita cercana, un tronco de árbol o el cofre de un auto que pueda servir de centro de operaciones. Hay que proveerse de servilletas. Suficientes para limpiar manos y bocas las veces que sea necesario, y también para capturar y disimular las lágrimas y mocos que afloran con lo picante del chile. También hay que pedir con anticipación un buen refresco que apague el fuego en la lengua en caso de urgencia y ayude a que el alimento baje adecuadamente a la panza, que no se atore en el camino pues.
Sudar, resoplar o moquear en estos lugares no son manifestaciones de sufrimiento, al contrario, son muestra del gusto por lo que se está comiendo. Creo que esto, es parte de nuestras tradiciones, aunque a los regidores “cultos” (como el que me reclamó hace días) se les haga chocante que Jerez sea más conocido en otras latitudes por sus tostadas y duritos enchilosos, y no por la verborrea de insípidos poetastros y grises escritores que hablan y aprovechan la figura de López Velarde, sin siquiera adentrarse en lo que es realmente su obra. Por cierto, cuando el poeta jerezano estuvo en Venado, aprovechó mucho de sus “tiempos muertos” en escribir unas “Crónicas de Provincia”. ¿Podría alguien de los que presumen conocer todo lo referente a él decirme donde están tales Crónicas?.
Pero qué injusto! No se vale! Estar a miles de kilómetros de Jerez y leer esto sólo me hizo agua la boca.
ResponderEliminarFelicidades por el blog.
Caray, pues a mi me encantan las tostadas y los doritos, asi justo como lo describe, cada vez que voy a Jerez los disfruto.
ResponderEliminarExcelente articulo.
Mmmmm q rico ya extrano comer unas tostaditas de mi jerez q alguien pase la reseta de la salsa
ResponderEliminarMm q rico se extranan las tostadas alguien sabe la eeseta de la salsa jiji
ResponderEliminarMm q rico se extranan las tostadas alguien sabe la eeseta de la salsa jiji
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