Sulfido de hidrógeno, metanetiol y sulfido dimetil son gases apestosísimos que contienen sulfuro, y de por sí, solos son olorosos juntos lo son más. En días pasados, aprovechando mis vacaciones, asistí a un evento cultural que prometía estar agradable. De esos eventos en los que es de muy mal gusto llegar tarde, interrumpir o irse a media función. El Teatro Hinojosa –porque fue en el teatro- estaba más o menos lleno, gente culta pensé yo. Cuando de pronto, el ambiente frente a mí se comenzó a llenar de un aroma indescifrable y muuuuy desagradable. Emanaciones contínuas de los gases mencionados al principio. Si prendiera un cerillo en el trasero de la persona que estaba sentada adelante de mí, seguro que se verían ráfagas verdes o azuladas. Algunos manifestamos nuestro desconcierto y descontento tapándonos con la mano boca y nariz, pero eso en nada detenía la constante afluencia del sulfido de hidrógeno.
Yo no traía ni un méndigo papel para hacerme aire y en esos momentos en lugar de ver la actuación de los artistas en el foro, pensaba en dos madres, en la de la persona que a placer se echaba sus flatulencias tipo cochina dormida. Esa madre que seguramente no le enseñó reglas de convivencia social, y que le ha de haber rellenado también la panza de cebollas, ajos, frijoles y demás alimentos creadores de gases. Y pensaba también en mi mamá, que cuando íbamos a salir, nos mandaba a todos primero al baño aunque no tuviéramos ganas. “Van y se me exprimen bien, para que no anden con su circo en la calle”. Dice un refrán “que vale más perder un amigo que una tripa”, pero en esa ocasión creo que ninguno de los que estábamos soportando la feroz acometida gaseosa éramos amigos de la interfecta (porque era interfecta) y además tampoco la gaseadora estaba en peligro de perder una tripa, pues se notaba que hasta disfrutaba cada que soltaba uno de sus efluvios, ya que hasta levantaba un poco la nalguita de la silla y se fruncía un poco. Hubo un momento en que de plano ya no soporté, y me levanté de la silla, diciéndole a mis vecinos de asiento: “Ahí se las dejo, toda para ustedes, no dejen de darle el golpe”. Salí encarrerado por el pasillo y de milagro llegué al baño donde vomité pues mi organismo no pudo soportar tanto martirio. La próxima vez, creo que tendré que ir preparado con una buena máscara antigases.
EL PANTEÓN DE DOLORES Hace ya mucho tiempo comentaba acerca del estado en que se encontraban las criptas, mausoleos, monumentos, templetes y demás del Panteón de Dolores. Y es que estaban dañadas gravemente. La falta de mantenimiento adecuado, además de la fuerte lluvia debilitaron la cantera. La humedad se la comía. Hay monumentos que se resquebrajaban, y que existen completos gracias a fotografías oportunamente tomadas. Algunas leyendas de las lápidas ya no se pueden leer. . A mí en lo particular hace años me llamaba mucho la atención la dedicatoria que Sofía de la Torre dejó a su marido en el catafalco que hizo en su memoria, donde en la parte superior se ve un ancla, luego dos manos, separados ambos elementos por una leyenda en latín “In te domine speravi, non confundar in aeternum”. Y más abajo reza: “Restes cheris de celuí que jái tant aimé, jamais mon coeur ne palpitera que pour toi” (Restos queridos del ser que tanto amé, jamás mi corazón no palpitará por nadie más que tú). Y en la parte de abajo se podía leer: “Mi querido esposo, do quiera que alienta, ven con tu recuerdo mi vida a animar, no dejes ¡oh no! Que el pecho del que había amado, algún día te llegue a olvidar. Su esposa Berta Sofía de la Torre. D.E.P.”. Esa dedicatoria se fue descascarando y ya no existe, solo la podemos ver en fotografías.
Fue durante la administración del profesor Benito Juárez cuando se creó un patronato pro conservación del panteón, pero era un patronato solo de membrete pues no se les dieron atribuciones para gestionar fondos para la restauración de este lugar. Entonces se enlozó todo el corredor de acceso a la primera sección, se le dio su manita de gato, y hasta se le dotó de iluminación ambiental con miras a que fuera incluído en futuros recorridos turísticos.
Entonces hubo la intención de tratar de incluir el Panteón de Dolores en algún programa como el Fondo de Apoyo a Comunidades para la Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos (de CONACULTA). Los primeros pasos para hacer la solicitud se dieron, y se me encargó hacer el expediente (más de 300 páginas que nunca me pagaron). Pero todo ahí quedó con el cambio de gobierno.
Cuatro años después, el regidor encargado de panteones, solo se preocupó porque hicieran unos sanitarios, porque de otro modo “se tenía que andar miando entre las tumbas”. Creo que ni siquiera los sanitarios existen.
Es curioso que sean personas nacidas en otras latitudes quienes aprecian el valor de nuestra arquitectura civil y religiosa, como es el caso de mi buen amigo el Dr. en arquitectura Carlos Lira Vásquez, quien en su libro “Una ciudad ilustrada y liberal, Jerez en el Porfiriato” hace un muy extenso estudio sobre nuestra ciudad, y dedica más de 40 páginas al panteón. “Sin bridas por el desfiladero de la muerte”. Un estudio que bien vale la pena leer y entender.
EL RESCATE. Afortunadamente el año pasado se realizaron trabajos de restauración en el panteón, mismos que presentaron grandes dificultades, pero afortunadamente quienes intervinieron salieron avantes de la encomienda. El cronista adjunto de Jerez Héctor Manuel Rodríguez Nava, tuvo importante labor en esta restauración. (El otro cronista puede ser que ni enterado esté de los trabajos realizados). Ahora, podemos presumir que el Panteón de Dolores está convertido en un excelente museo, se han recuperado lápidas, se han descubierto tumbas perdidas, se reconstruyeron catafalcos y mausoleos, y la historia de Jerez se puede reescribir con toda la investigación realizada sobre los hallazgos en el panteón.
LA SALA DE LEYENDAS. Abajo del piso del edificio de la Torre, hay dos extensas galerías, perfectamente ademadas de piedra. Si esas galerías se adecuaran, se les dotara de una entrada con escalones, se me ocurre que podría servir como una “galería de lectura de leyendas”, con la iluminación adecuada y un buen narrador, sería otra alternativa cultural para Jerez. Pero… hay muchos peros, el primero, Monumentos Coloniales, que siempre y por todo se pone sus moños. Otro pero sería la falta de visión a futuro, y otro pero más, que no hay presupuesto.
En la galería que está en la casa donde se pretendía hacer el Museo de la Charrería también sería agradable hacer un “café subterráneo” aprovechando el amplio espacio de ese tramo de túnel que dicen los cronistas no existe.
Monumentos Coloniales siempre ha sido una traba, pues sus disposiciones son de tipo inquisitorial, sus lineamientos son absurdos y obtusos. Además, que en Jerez lo único colonial es la Parroquia de la Inmaculada y dos que tres fincas cercanas, pues la mayoría de las construcciones jerezanas que aún existen son del siglo XIX, cuando ya no existía la colonia…
Fue durante la administración del profesor Benito Juárez cuando se creó un patronato pro conservación del panteón, pero era un patronato solo de membrete pues no se les dieron atribuciones para gestionar fondos para la restauración de este lugar. Entonces se enlozó todo el corredor de acceso a la primera sección, se le dio su manita de gato, y hasta se le dotó de iluminación ambiental con miras a que fuera incluído en futuros recorridos turísticos.
Entonces hubo la intención de tratar de incluir el Panteón de Dolores en algún programa como el Fondo de Apoyo a Comunidades para la Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos (de CONACULTA). Los primeros pasos para hacer la solicitud se dieron, y se me encargó hacer el expediente (más de 300 páginas que nunca me pagaron). Pero todo ahí quedó con el cambio de gobierno.
Cuatro años después, el regidor encargado de panteones, solo se preocupó porque hicieran unos sanitarios, porque de otro modo “se tenía que andar miando entre las tumbas”. Creo que ni siquiera los sanitarios existen.
Es curioso que sean personas nacidas en otras latitudes quienes aprecian el valor de nuestra arquitectura civil y religiosa, como es el caso de mi buen amigo el Dr. en arquitectura Carlos Lira Vásquez, quien en su libro “Una ciudad ilustrada y liberal, Jerez en el Porfiriato” hace un muy extenso estudio sobre nuestra ciudad, y dedica más de 40 páginas al panteón. “Sin bridas por el desfiladero de la muerte”. Un estudio que bien vale la pena leer y entender.
El cronista adjunto enseñándome los trabajos que se realizaban en el panteón. |
La galería abajo del edificio de La Torre. |
En la galería que está en la casa donde se pretendía hacer el Museo de la Charrería también sería agradable hacer un “café subterráneo” aprovechando el amplio espacio de ese tramo de túnel que dicen los cronistas no existe.
Monumentos Coloniales siempre ha sido una traba, pues sus disposiciones son de tipo inquisitorial, sus lineamientos son absurdos y obtusos. Además, que en Jerez lo único colonial es la Parroquia de la Inmaculada y dos que tres fincas cercanas, pues la mayoría de las construcciones jerezanas que aún existen son del siglo XIX, cuando ya no existía la colonia…