Muchas personas se han acercado para preguntarme si no recuerdo cómo estaba la calle Emilio Carranza antes de que la ampliaran, y que si no tengo fotografías el Oratorio que se encontraba en esa calle, casi esquina con
Apenas recuerdo que en 1964, se derribaron las casas del lado sur de la calle, obra muy costosa y que muchas críticas le valieran al presidente municipal de ese entonces, Anastasio Avila, (padre de Alma Avila, la actual presidenta jerezana). Ahora vemos que se tuvo mucha visión positiva a futuro. La calle Emilio Carranza era bastante estrecha, principalmente en la cuadra que salía del jardín principal hacia la alameda, y aún existen vestigios de los frentes que fueron derrumbados. Del Oratorio apenas recuerdo, pero veo bastante difícil el localizar fotos de esa calle. Sí tengo en mi poder algunas que pueden ilustrarnos al respecto. Una de una quema de judas al principio del siglo XX. Otra donde se puede ver la cantina “El Trobador” (así con “b” de burro) en la esquina de la calle de San Luis y Morelos). Tengo otras donde se aprecia el puente del río grande apenas en construcción. Y además un dibujo del Cuate Pérez que ilustrara una revista promocional de la feria de primavera de los años sesenta. Agradeceré a quien tenga algo que aportar al respecto. Y para los que andan buscando leyendas de
UNA LEYENDA DE
Desde que se fundó la villa de Xerez, se les asignó a los naturales sojuzgados un barrio al poniente de la traza, el que fue conocido como “Barrio de San Miguel”, el 6 de enero de 1643 el Rey de España les otorga oficialmente “un solar de cuatro cuadras y una suerte de huerta con merced de agua”. Atrás del templo, que luego sería el Santuario se encontraba una extensa huerta, que por mucho tiempo fue conocida como “Huerta de
Fue el Jefe Político Jesús Escobedo Silva, quien en 1853 derrumbó las bardas de la huerta, para construir un callejón y una plazuela en parte de
Y así encontramos que luego perteneció a doña Ventura Sánchez de Sáenz, la que precisó en su testamento que la huerta se dividiera en tres fracciones iguales para sus hijos Antonio, José y Mateo Sáenz. Pero estos no se interesaron por ella, así que las señoritas Concepción y Virginia Mier compraron la “huerta de árboles frutales con merced de agua, conocida con el nombre de
Muy poco les duraría el gusto a Conchita y Virginita Mier el poseer la huerta, pues se vinieron los años de revolución, y fue precisamente a partir del 19 de abril de 1913, en que las fuerzas revolucionarias tomaron a Jerez, en que la huerta de
La huerta se fue reduciendo más, pues se hicieron fincas frente al jardín Brilanti y por la calle de las Flores, lo mismo ocurrió con la calle del Alamo y parte de
Lo poco que quedó de la huerta era conservado gracias a la atención que se le daba por horticultores y a la merced de agua que religiosamente llegaba por la acequía que bajaba por la acera nororiente de la calle de
En el interior de la huerta se encontraban unos arcos, como remembranza de tiempos mejores, mismos que cuando parte de ella fue adquirida por el Club de Leones de Jerez, se movieron piedra por piedra y son los que están en su fachada principal.
Historias que más bien parecen leyendas se cuentan sobre este lugar, como la que en seguida narro:
Para la atención de esta huerta, allá por 1930, los propietarios –dicen que era don carlitos Acevedo y familiares- tuvieron que conseguir el auxilio de un hortelano de Jomulquillo, porque los jardineros jerezanos estaban muy ocupados con las demás huertas, y además, en la de
Don Chano, hizo amistad con don Enrique, pues era el que lo proveía y le fiaba lo necesario para el sustento de su familia. Y fue él quien dio cuenta de lo siguiente:
“Chano llegó con su esposa y dos niñas, una de ellas ya mayorcita, la otra, como de cinco años, muy blancas ellas, de pelo agüerado.
“Al principio la familia se quedaba en el mesón, porque tenían miedo en la huerta, pero poco a poco se fueron acostumbrando y se cambiaron a la huerta, donde hicieron casa.
“Fue en el tiempo de chabacanos, que Chano me invitó a que fuera a la huerta para que los probara, cuando yo le platicaba que en unos frondosos árboles que se encontraban alrededor del pozo los federales ahorcaron a unos que no eran ni revolucionarios ni nada, solo tenían mala traza, noté que las piedras del brocal del pozo estaban sueltas, y le dije: Chano, esas piedras acomódalas, porque alguien se puede caer.
“Y Chano me decía que ya estaba tan acostumbrado a la huerta y a sus ruidos, que hasta de noche podía andar sin tropezarse con nada. Yo le dije: Pos tú sí, pero otros no.
“A los poquitos días vino Chano muy triste a que le hiciera su cuenta, porque ya se iba. Yo le regalé un pedazo de tela, diciéndole que para que le hicieran vestidos a sus niñas.
“Pues se fue Chano, así muy de repente, y luego que comienzan los decires: que en una tarde las niñas jugaban en la huerta, y la más pequeña corría dando vueltas al pozo, pero en una de esas, resbaló y quiso agarrarse del brocal del pozo, pero las piedras estaban sueltas y la niña se cayó en él.
“Que Chano ante los gritos de su otra hija corrió y junto con su mujer bajaron al pozo (tiene escalones de piedra), pero ya no lograron rescatar con vida el cuerpo de su hijita.
“La mujer y la hermana lloraban y lloraban, pero ellos solitos, la familia, veló el cuerpo de la niña, y al otro día, muy tempranito la enterraron ahí mismo, del lado norte de la huerta. Hicieron una fosa y la llenaron de flores, y en ella depositaron el cuerpo de la niña que se ahogó en el pozo. En su ignorancia y sencillez no quisieron líos con la ley, por eso ahí la enterraron y luego se fueron. ¿Para donde? Nadie lo sabe.
“Lo que me han contado, es que por las tardes se aparece una niñita y nadie sabe quien es o de donde sale, y se pone a jugar, yo creo que es la hija de Chano, que sigue ahí, jugando en
* * * * * * * * * * * * * * *
Les recuerdo que se siguen recibiendo fotos de todo tipo para publicarse en la mejor revista de la feria “MI TIERRA” en Reforma No. 51. O envíenlas a mi e-mail miguel.berumen@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario