EL QUESO GRUYERE. En la calle de
Bueno, yo muchas veces he dicho, que en las fincas antiguas se practicaban varios tipos de galerías subterráneas: la del venero del pozo, la del común, la de la despensa, y en algunos casos galerías que intercomunicaban algunas casas con otras. Pero ya el experto dio su opinión con lo que entendemos que Jerez está asentado en un terreno parecido a un queso gruyere (de esos con muchos agujeros). Y luego refieren que “esta situación es la primera que se presenta en Jerez” se nota claramente que desconocen lo que es la historia y la arqueología urbana de nuestra ciudad”. Hablan de “elaborar un proyecto para darle el seguimiento”. Y conociendo la burocracia del INAH, sé que no habrá nada de nada. Se sella el bujero y se concluye la historia. Testimonios de la existencia de túneles en Jerez, solo existirán en las fotos y videos oportunamente tomadas, ya que los dueños de las fincas han preferido sellarlos a permitir que cualquier chango ande luego excavando por debajo de su propiedad.
Don Alberto Márquez Pérez, gran amigo mío, me ha confiado todo su archivo, todos sus recuerdos, y ahora estoy bien entretenido revisando sus escritos, con la intención de hacer una remembranza de su fructífera vida. En esta ocasión comparto con ustedes dos relatos de él que aparecieron en la revista “PRIMAVERA” de hace 12 años. Que disfruten su lectura.
HECHOS MISTERIOSOS E INEXPLICABLES
Tenía yo 6 años, cuando vivía con mis padres y tres hermanitas, a mitad de la segunda cuadra de
Corría el año de 1924, cuando alguien contrató
La casa tenía zaguán y la sala, una puerta para la calle, todos dormíamos en la recámara que era muy amplia. En la noche, para ir al corral pasábamos por un pasillo oscuro, había caballerizas, al fondo estaba el servicio, subiendo gradas de madera y atrás un corral de puercos.
En ese tiempo el alumbrado público era deficiente, había una plantita eléctrica por la calle Hidalgo que dejaba de trabajar a las diez de la noche y en las calles había pocos focos. La mayoría de los habitantes de Jerez, nos aluzábamos en las noches con aparatos de bombilla, con mechas, que consumían petróleo. También con velas de parafina. Una noche fui al corral pasadas las once de la noche, me llevé una vela estaba un poco claro, había luna, al entrar se apagó la vela y distinguí un poco retirada una sombra, como de mujer, yo creí que era una de mis tías por eso me tranquilicé, me salí, llegué a la recámara y me acosté a dormir.
Pasaron días y en varias noches íbamos dos o tres primos y yo, después de las once de la nocne pero nada veíamos. Una noche fui yo solo, llevaba la vela en la mano y cuando ya regresaba se apagó y distinguí la sombra o figura de mujer y le pregunté, que cual de mis tías era, pero su contestación fue que lanzó un alarido. Me salí del corral despavorido sin cerrar la puerta la vela la tiré y llegué llorando a los brazos de mi madre y le dije lo que me sucedió, mis tías estaban despiertas y después supe que todas escucharon el alarido. A partir del siguiente día, al oscurecer se cerraban con llave y tranca las puertas de la sala y recámara que se comunicaban con el patio y no se abrían hasta el siguiente día y en la noche todo el movimiento para afuera se hacía por la puerta de la sala, comunicada para la calle.
Lo terrible fue que desde esa vez se siguieron escuchando los lamentos pasada la media noche, por eso con más razón se cerraban las puertas para el patio.
Al volver los músicos a sus hogares la vida para todos tornó a la normalidad, lo raro del caso fue que la aparición y el llanto de la mujer ocurrió únicamente cuando las familias estaban reunidas, porque ya después no se volvieron a escuchar los lamentos, nadie vio más, nada anormal.
Diez meses más tarde, mis padres y nosotros, sus hijos, nos mudamos a la casa ubicada en la esquina de las calles San Luis y Dolores. En 1925 es recordado por los jerezanos de aquella época, como el año que llovió torrencialmente día y noche (el año del diluvio); durante muchos días la mayoría de las casas de adobe se vinieron abajo y las que no, se gotearon como si lloviera por dentro. En la que vivíamos no fue la excepción. Muchas familias encontraron refugio en el Teatro Hinojosa, les permitieron instalarse en los corredores y pórticos. En los tres portales de Jerez: Humboldt, Inguanzo y de las Palomas, varias personas dormían ahí, permaneciendo también de día. En nuestra casa, zaguán, sala, recámara y otras habitaciones parecían coladeras sólo una pieza recién construida se salvó de gotearse y ahí dormíamos y cocinaba mi madre en un bracero con carbón que ponía en la puerta; el piso de la sala estaba bajo del nivel de la banqueta, de la calle San Luis,
Una noche que estaba hasta el borde, mi padre me dijo que fuéramos a echar el agua para la calle con cubetas, eso lo hacíamos seguido, en la tarde lo habíamos realizado; eran pasadas las 12 de la noche, a las diez habían apagado la luz eléctrica, mi padre colocó una vela en una mesita que estaba entre el agua, y abrió la puerta de la calle y empezamos a tirar agua para afuera con cubetas, como a los 20 minutos me dijo que continuara yo, que él iba a ver si no se goteaba la pieza donde estaba mi madre y hermanas, se fue y yo seguí con mi tarea pero a pesar de que llovía, escuché un rumor y me quedé viendo para la calle Morelos y por la banqueta de la casa donde hoy es "El Grano de Oro" observé una mujer que caminaba con dirección a la esquina de la calle de San Luis, tenía yo 7 años y creía que era una señora que iba para algún lugar. La sombra o lo que fuera llegó a la esquina y lanzó un lastimero llanto yo me quedé viendo para fuera la lluvia y a la mujer sin comprender que sería, creo que mi padre escuchó el llanto porque llegó corriendo y cerró la puerta, diciéndome que al día siguiente seguiríamos sacando el agua, yo le decía que en la esquina estaba una mujer pero no me contestó y nos fuimos para adentro. No comentó nada con mi madre, ni después, nunco lo escuché mencionar algo.
El tiempo pasó, mi padre murió, yo me hice joven y a veces llegaba a media noche a la casa. Muchas veces volvía a ver esa silueta o sombra de mujer, que caminaba para la esquina pero nunca se escuchó más el llanto. Mi madre y mis hermanas ya grandes también la llegaron a ver cuando me tardaba y me esperaban a media noche tras un barandal que había, donde ahora está una cortina metálica. Esa silueta de mujer se desprendía siempre de la puerta de entrada de la casa de
SE ACABARON LAS VACACIONES. Ya el lunes comienzo a trabajar y ni modo… a darle… www.miguelberumen.blogspot.com es la página donde pueden releer todas las columnas que cada ocho días aparecen en “EL ALACRAN” .
1 comentario:
Repelente, afortunadamente y con mucho orgullo puedo decir que tengo descendencia Jerezana, donde tuve la oportunidad de visitar hace un ano, es una ciudad llena de misticismo y donde las leyendas abundan en cada rincón de la ciudad, tuve la fortuna de conocer los túneles del teatro Hinojosa, no me vengan que n existen túneles en mencionada ciudad, pero desafortunadamente así es la burocracia, su ciencia y papeleo, me encanto.
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