La villa de Xerez de la Frontera desde su fundación había transcurrido su vida en una soporífera y muy plácida calma. Las noticias que de fuera llegaban, tardaban mucho tiempo en ser conocidas, dependiendo además de la estación, ya que se transmitían por vía de los carreteros que traían mercancías a la región. En tiempos de lluvia, se tardaban más, porque no podían atravesar las crecidas corrientes de los entonces caudalosos ríos. Ellos de manera oral informaban a la gente de lo que acontecía en otros lares, con lo que la comunicación se recibía tardía y las más de las veces, bastante distorsionada.
Los carreteros jugaron un papel fundamental en el desarrollo de los pueblos, pues fueron ellos con sus conductas o atajos de mulas los que llevaban alimentos, muebles, madera, vestido, etc. Prueba de su importancia, se puede ver en el tercer cuerpo del imafronte de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, donde, compartiendo espacio con Santa Bárbara y Santo Domingo de Guzmán se encuentra una imagen estilizada grabada en la cantera, de Santa Catalina de Alejandría, patrona de los carreteros. Santa Catalina fue atada a una rueda para martirizarla, sin que sufriera daño alguno, por tal milagro fue adoptada como patrona. Los carreteros, fueron de gran importancia, pues sin ellos, muchos pueblos podrían desaparecer ante el desabasto de los enseres básicos.
Cuando terminaron las revueltas de la guerra de independencia, la Villa de Xerez sufrió transformaciones radicales, pues hubo gran movimiento de personas, que buscaban el cobijo de un lugar seguro. El comercio se transformó, aprovechando los vecinos de Susticacán la plaza (actual Jardín Rafael Páez) para vender su alfarería y zapatos. Hubo más libertad de pensamiento y de acción, a partir de que en 1824 se instalara la primera imprenta en Zacatecas y en la región comenzaran a conocerse con más prontitud disposiciones emanadas de las autoridades estatales.
Años después, en las diligencias que venían de Zacatecas, traían ejemplares de los periódicos que profusamente se editaban en la capital de la entidad durante el siglo XIX, y que eran buscados y leídos por los jerezanos que sabían leer.
En la casona de la familia Brilanti, era común encontrar ejemplares de El Filograma, una revista dedicada a la literatura, ciencias y artes, en la que escribían don Luis de la Rosa Oteiza, don Vicente Hoyos, el poeta jerezano Fernando Sansalvador, Fernando Calderón Jr., Severo Cosío, Luis G. Ledesma, las poetisas María Guadalupe Calderón y Antonia Vallejo.
Los periódicos de esa época estaban muy limitados en cuanto a su capacidad de comunicación, pues el trabajo tipográfico era muy pesado, ya que letra por letra se tenía que levantar a mano de los cajetines, para luego hacer la forma de la plana. Las ilustraciones se tenían que hacer en grabados o clichés y no había en Zacatecas taller donde se hicieran, salvo el de don Nazario Espinoza.
Por desgracia, no hay información suficiente sobre los periódicos que en Jerez se imprimieran o editaran, solo sabemos que en 1895 se publicaba “El Turista”, un pequeño periódico informativo, y ese mismo año salió el semanario “La Unión Jerezana”, periódico independiente, de variedades, anuncios y edictos, mismo que administraban don Aniceto Fuentes y Darío Dena. Sus oficinas las tenían por la primera calle del Refugio, y en su semanario daban cabida a poesías, leyendas, notas cortas, y edictos. Se imprimió en la imprenta de los Becerra (bajos del Teatro Hinojosa), luego en la imprenta de Inguanzo (en la Plaza Principal) después en el Hospicio de Niños de Guadalupe, desapareciendo ante el problema de llevarlo a imprimir, esperar que lo formaran e imprimieran, y traerlo a Jerez.
LA GATA MOCHA Y EL LICENCIADO NALGAS
El jueves muy temprano, don Aniceto Fuentes salía en la diligencia de los Sánchez Castellanos, para llegar a Zacatecas por la tarde. En la plaza de Villarreal (hoy Jardín Independencia) agarraba el tranvía de mulitas para Guadalupe que lo dejaba cerca del Hospicio de Niños. Dormía en Guadalupe y el viernes por la mañana entregaba los originales de su periódico. Lo formaban y lo imprimían el mismo viernes, y el sábado en la mañana le daban sus ejemplares. Don Aniceto corría para agarrar de nuevo el tranvía de mulitas a Zacatecas, y de ahí, la diligencia que salía a las cuatro de la tarde a Jerez, llegando por la noche. Era mucho gasto y el periódico por sus cortas dimensiones no lo retribuía.
A propósito de Aniceto Fuentes, don Margarito Acuña en sus memorias nos cuenta que: A fines del pasado siglo y aún a principios del actual, eran ampliamente conocidos los señores Aniceto Fuentes, alias “Gata Mocha” y don Nicolás Fernández, el Lic. “Nalgas”, que tenían a su cargo los pleitos judiciales en los que siempre estaban metidos. “La Gata Mocha” tenía su “oficina” instalada por la calle Hidalgo y cerca ya del entroncamiento con la de la Fortuna, y el “Lic. Nalgas” en la del Santuario. Con el primero de los mencionados hizo su aprendizaje el que después fue recto y honrado tinterillo, don J. Encarnación González. “La Gata” salió huyendo de la revolución maderista y fue a morir a México, donde se refugió; pero el “Lic. Nalgas” falleció en Jerez, viejo y pobre. Luis Noyola Vázquez en su libro “Fuentes de Fuensanta”, dice que esta “Gata Mocha” fue quien le hizo la vida de cuadritos a don Guadalupe López Velarde.
En muchos archivos familiares hay recortes de “El Correo de Zacatecas” cuya aparición fue desde principios del siglo XX hasta poco tiempo antes de la revolución. Aunque el periódico era de Zacatecas, en Jerez tenía muchos lectores, pues se consideraba que era un periódico muy bien redactado y que ofrecía reportajes y noticias muy actuales.
En 1909 apareció de forma efímera “El Bastión” de variedades e información y en pequeño formato. En 1923 salió “La Voz”, periódico independiente y apoyado por los comerciantes locales. Por esos años apareció también “El Heraldo Católico” que editaba don Rafael Félix de Arellano. Don Rafael vivía por la calle de la Parroquia (muy cerca de donde está actualmente Radio Jerez). Como era un escritor muy combativo, a veces aparecían en su periódico escritos que no convenían al Jefe de Operaciones Militares que era el General Anacleto López Morales. Un amigo le advirtió al periodista: “Mira Rafail, ya no le eches al General, porque ha jurado que te va a mandar matar”. A lo que don Rafael contestó: “Pos, si no lo dudo, son tan cabrones”. A los pocos días, cuando estaba escribiendo en su vieja máquina de escribir Oliver, fue balaceado por la espalda por Pedro Garnica, uno de los testaferros del General López. El asesinato nunca fue castigado.
Por otra parte, en 1871 cuando la gente deja de confiar en Santa Bárbara (patrona jurada contra los rayos y centellas), pues aunque le rezaban y rezaban, los rayos y centellas caían en cualquier lado, se instala un pararrayos en las ruinas del Templo de Guadalupe. Y al comentar sobre la modernidad de esos aparatos, surge la inquietud de lograr la comunicación telegráfica en la región.
El 22 de junio de ese año, el Jefe Político José María del Hoyo solicita al gobierno estatal la colocación de postería y alambres para lograr la comunicación telegráfica. La solicitud es aceptada y para el 16 de septiembre se inaugura una línea telegráfica a Zacatecas utilizando 61,236 varas de alambre.
Varios años después, el 22 de octubre de 1878 se inaugura la comunicación telefónica entre Jerez y Zacatecas, siendo jefe político don José María Hinojosa y gobernador de la entidad, el general Trinidad García de la Cadena.
En algunas de las haciendas cercanas, se instalaron equipos de telefonía, con los que se conseguía comunicación rápida con la jefatura política. Por desgracia, los revolucionarios destruyeron este sistema de comunicación, mismo que volvió a instalarse hasta casi un siglo después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario