Soy de lo más irresponsable que se conozca en el mundo. Me doy de topes porque hasta ahora reconozco el porqué no soy nadie en la vida. Y es que, según lo que dicen los funcionarios del IFE, para justificar sus altisísimos sueldos, el sueldo va de acuerdo a la responsabilidad del sujeto. Ahora me explico por qué yo gano tan poquito, y eso que ando todo el día y parte de la noche en joda. Con razón no salgo de pata de perro. Por irresponsable, según los meros meros del IFE que comen con manteca, ya que ganan más que el mismo Calderón. Con perdón de mis lectores: ¡Son chingaderas!, es una clara muestra del valemadrismo y de la corrupción que campea en las instituciones gubernamentales y afines. Mientras, acá, los de gayola nos la limamos comiendo tortilla con chile… y a veces ni pa’ tortilla alcanzamos.
Y ya que descargué mi coraje, para quitarnos el mal sabor de boca, les ofrezco un bonito relato del libro “Retazos de mi mantel”, acerca de otro tipo de hallazgos, que lo disfruten:
EL HALLAZGO
“Cuando Gracia Cabrera en una ocasión en la que se fue para Estados Unidos le encargó a mi mamá Altagracia Félix, sus alhajas y cosas de valor y entre estas una preciosa imagen de bulto de la Inmaculada Concepción como de setenta y cinco centímetros de altura, juzgando que en mejores manos no podía quedar”.
“En una de las tantas visitas de las que nos hacía “El Pizarrín”, comerciante de antigüedades y objetos de arte, le propuso a mi mamá el comprársela a lo que ella respondió:
“No es nuestra, y si lo fuese, tampoco la venderíamos”.
A su regreso, enterada la propietaria de la propuesta del comerciante les dijo que si ellas la querían les costaría diez mil pesos.
¡Diez mil pesos! En aquella época, tal cantidad era un dineral por lo que la señora Altagracia respondió que no los tenían, y Don Luis de la Torre, su esposo, que no era un hombre tacaño sino práctico, no se los daría en ese momento aunque se lo pidieran.
La imagen, con gran pesar de ellas, se vendió a un anticuario de la capital, mismo que debe de haberla vendido por el doble de los diez mil que entonces no pudieron pagar.
Un doce de septiembre, cumpleaños de su hijo Lupe, la buena señora le pidió a su hija María Luisa que fuera al corral a coger unos pollos para el mole.
(En dicha casa estuvo en sus inicios el Instituto Zacatecano de Ciencias, situada en la calle del Espejo).
Al entrar María Luisa al corral le llamó la atención un destello que brotó de entre el fango que hozaban los cochinos; ahuyentados los cerdos y ver la carita que emergía de entre el lodo fue todo uno. Removiendo la tierra con cuidado extrajo una un poco maltratada imagen de la Inmaculada Concepción de cuarenta y cinco centímetros de altura con todo y peana, ésta en forma de un mundo y rodeada de ángeles.
Embargada por la emoción del hallazgo se olvidó de los pollos, del mole y hasta del cumpleaños de su hermano, para de rodillas exclamar:
“Bendita seas, Madre mía que no nos quisiste dejar, que te quisiste quedar con nosotros”.
La imagencita se mandó a restaurar con el prestigiado artista don Miguel Juárez a Guadalupe, Zac., quien con singular maestría le devolvió la belleza a esa carita angelical de niña pícara y traviesa que hasta la fecha ostenta.
Como por un milagro, los diez mil pesos que no tuvieron para comprar la otra imagen, si los tuvieron para pagar los diez mil que les costó la restauración de ésta.
Con las arracadas de oro que quedaban impares, le mandaron hacer un resplandor, una corona, sus aretes y el anillo con que se adorna.
La bella imagen se encuentra actualmente presidiendo la sala de la casa de la Familia de la Torre, aunque ya sin capelo, porque éste sucumbió en una de las tantas labores de limpieza.
TODAVIA ESTA SEMANA recibo fotografías para la revista “Mi Tierra”, así que si desea que salgan publicadas las fotos de sus hijos, hijas, novia, novio, familia, etc., o tiene alguna foto antigua que desee compartir, o algún escrito, por favor, enviénmelos a mi e-mail miguel.berumen@gmail.com ó a mi domicilio Reforma No. 51 Centro. Anticipo que en las páginas de la revista “Mi Tierra”, que hacemos mi familia y mi sagrado compadre Iván, plasmaré relatos y leyendas de esas que tanto les gustan a quienes leen esta columna dominical. Y en la revista “Jerez aquí y allá”, mi sacrosanto compadre Alberto rendirá un merecido homenaje biográfico a quienes se nos adelantaron en el camino este año. Si acaso desea leer artículos de superación, de valores, etc., le recomiendo la revista de mi compadre el profe Gerry, donde además se publicará una hipótesis de Bernardo del Hoyo que causará revuelo por su planteamiento.
Ya me acordé en que gasté la monedita que me regaló don Julián Ureña: un sábado que se me acabó el gas y no tenía dinero ni quien me prestara, fui con los hermanos del cachecho, y vendí mi monedita. Me dieron como trescientos pesos, con los que compré el gas, algo de mandado y de pilón me eché unos vinos.
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