viernes, 8 de agosto de 2008

UN RELATO DE MI MAMÁ

Mi hermano Hugo, el menor de la familia vive en Tlaltenango, y ahora anda de damnificado, comiendo calientito y gratis. Dice que lo que ocasionó todo el desastre fue una repetina crecida del arroyo del Jaloco, originada en una “culebra” que tronó en la sierra de Morones, lo que me trajo a la memoria la historia de una culebra de agua que mi bisabuelo, Rodolfo Félix de Arellano, “cortó” con su machete allá por 1885, por el rumbo del cerro del Despeñadero, al poniente de la tierra natal de mis antecesores, La Estancia de los Berumen.
Pero para que disfruten mejor el relato, se los ofrezco tal y como nos lo contó mi mamá, Francisca Félix González, narraciones con que nos deleitaba, mientras pasaba y repasaba nuestra ropa con sus planchas de carbón en su diaria sesión de planchado y tertulia familiar, en la que se congregaba gran parte de las vecinas y sus respectivos hijos de la entonces muy bulliciosa calle Mina.
“LA CULEBRA”
Estaba yo muy chiquilla, porque me acuerdo que todavía vivía mi mamá, cuando mi papá –don Rodolfo Félix Berumen-, que era un señor muy serio y respetado, me agarró de la mano y me dijo: “Venga mija, que le voy a enseñar el lugar donde el diablo “jincó” el pie”. Y nos fuimos caminando para el lado de la sierra donde decían las gentes que “picó una culebra”.
El lugar, no lejos de nuestro rancho, pero muy cerca de los agostaderos, presentaba las características propias de terrenos que han sido azotados por una tromba; aunque el tiempo transcurrido ya había hecho brotar la vegetación agreste y silvestre que poblaban los cerros aledaños, ya había mezquites y huizaches, manzanillas y “ojos de gato” entre las piedras cortadas.
Me platicó mi papá en ese entonces (1930), que cuando él tenía la misma edad que yo que nací en el año del diluvio (1925), me contaba que por allá en el año del ochenta y cinco se pasó el tiempo de aguas; la tierra reseca, pues el año anterior también había llovido muy poco, se levantaba en tolvaneras y que cuando ya desesperaban y ni esperaban que fuera a llover a pesar de las mandas, procesiones y rogativas que se hacían, fue hasta el mes de agosto, -ya se había perdido el año-, que devisaron un negro nubarrón que se asomó por la sierra.
El grito no se hizo esperar: ¡Es una culebra, no es nube de agua, es una culebra!
Y todos corrieron despavoridos a guarecerse donde mejor pudieran y atrancar lo que pudieran porque tornados como el que se les venía encima levantaban las piedras como si fueran plumitas en el aire; por donde pasaban dejaban un surco muy grande en el monte, como si una sierra los hubiera cortado con la misma facilidad que un tronco.
Entre ensordecedores truenos y cegadores relámpagos, los asustados vecinos veían avanzar aquella terrible y negra mole que pegaba el cielo con el infierno y que les hacía sentir la definitiva llegaba del último de sus días y el del fin del mundo. “Fue entonces que mi abuelo, don Rafael Félix, (le cuenta don Rodolfo a su hija), inspirado en nuestra santa Fe, agarró su machete en la mano y saliendo a la puerta del refugio gritó a voz en cuello retando a aquella tromba infernal:
¡En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo que siendo tres personas distintas forman un solo Dios verdadero, te conmino a que desaparezcas, maldita!
Lo gritó al tiempo que con todas sus fuerzas lanzó el arma al centro del remolino de cellisca, agua y piedras que ya nos alcanzaba.
En ese momento uno de los muchos rayos tocó el machete que se volvió brillante y transparente al contacto de la corriente y después de un horrible retumbido que pareció quebrar la tierra, aquella tromba cesó al instante quedando tan solo las gotas de una consoladora lluvia que mojaba por fin la tan aporreada tierra, mezclando su agua con las lágrimas que todos los circunstantes derramaban en señal de alivio y agradecimiento por el milagro realizado”.
¡La cortó! ¡La cortó! ¡Alabado sea Dios que la cortó! Gritaba la gente a la vista del prodigio.
En el lugar donde tan abruptamente cesó el tornado, quedó como si una enorme pezuña hubiese hundido el terreno. Luego con las lluvias se convirtió en un claro de agua.
“Si no lo hubiera visto con mis propios ojos mija, por Dios que no lo habría creído”.
“El machete que cortó la culebra se ha de haber deshecho, porque a pesar de que lo buscamos, nunca más se encontró”.

Una grata sorpresa es el haber recibido la visita de don Abel Dávila Berumen, que desde Chicago vino a Jerez a revivir sus recuerdos. Sus padres fueron los poseedores de la casa del portal Humboldt, misma que vendieron al Dr. Acevedo que pensaba poner ahí una clínica. Transcribo parte de un e-mail que me envió hace tiempo:
“Tengo vagos recuerdos de Jerez, recuerdo el funeral de mi tia Lucita y tambien tengo recuerdos de la casa de la cual tengo varias fotos interiores que pronto le enviaré (gracias), recuerdo el Jardin, el santuario, la parroquia y como mi madre nos hacía guardar viernes primeros, y la paz de los viernes santos donde solo se escuchaba la matraca de la iglesia pues todo el pueblo estaba silencio y ni las campanas repicaban, ese era el Jerez de Lopez Velarde Berumen, cuando ir a la alameda y asomarnos por la barda que era el límite de la ciudad, nos imaginabamos estar en el límite de lo desconocido; recuerdo la inauguración del Cine Rex con una película espanola, “Con Las Manos Vacías” y me permitieron ir en el camión que lo anunciaba en un altavoz, la planta de luz se paraba a las diez marcando la hora de dormir despues de estar escuchando en la radio programas como la hora Nacional, Carlos Lacroax, El pansón Panseco y la banda de Huipanguillo.
Son gratos recuerdos cuando mi padre estaba en Al Ferrocarril de Don Antonio Borrego, y después en el negocio de Don Jose de Lara por la calle San Luis, también recuerdo las reuniones de los Rotarios en la casa donde iban personas como Don Salvador Sabag, pero quien recuerda mejor todo es mi hermano mayor, La familia Félix, Los Escobedo, los Inguanzo y muchos que yo no recuerdo claramente, como el dueño de La bola y La aurora que era padrino de mi hermana, al Doctor Acevedo lo recuerdo porque ya estando en Monterrey fuimos mi padre y yo a Jerez a a finiquitar la venta de la casa, si aun vive tiene que estar muy grande de edad, pues eso fue hace como 55 años o mas.
La persona que tenía la fotografia en los portales era un señor llamado Paulino, y recuerdo también que estaba un billar,un expendio de licores y en la esquina la tienda de don Salvador Sabag y a la vuelta vivía su hermano Ali que tenía una fábrica de pantalones de mezclilla, también recuerdo las fiestas de Jerez y los juegos mecánicos que ponían frente a la casa y mi madre contaba que en las fiestas, le pedian permiso para poner puestos en el portal, yo solo recuerdo una señora que vendía tortas con el famoso chorizo de Jerez de bolita que era mi preferido,
Voy a platicar con mi hermano para que refresque mi memoria y tambien para ver si aun tiene fotos de Jerez, que con gusto compartiré con usted.
En verdad es un placer platicar con usted y por su apellido tal vez vengamos de un mismo origen genealógico aunque sea en un pasado lejano.
Una vez mas muchas gracias por su ayuda y espero que estemos en contacto. Quedo de usted S.S. Abel Davila Berumen.

LA MULATA SIMONA

EL DILUVIO. Este jueves nos cayó una tormenta, de esas de tipo inmemorial y que causó inundaciones en muchos de los hogares jerezanos. Las calles del centro iban de banqueta a banqueta, el drenaje –como no es pluvial- fue completamente insuficiente, y en casas de las colonias del suroriente de la ciudad (principalmente), las coladeras brotaban con fuerza… en vez de salir, entraba a raudales. Y andando en las inundaciones me quedé sin zapatos, a ver si ahorro para comprar otros, porque quedaron como chicharrones viejos. Pero bueno, los daños que sufrí en mi hogar fueron muy pocos comparados con los de otras gentes que sufrieron la pérdida de gran parte de su patrimonio.
Ahora ofrezco un relato del libro “Medallones”, aún inédito pero que pronto publicaremos. Dice Raúl Rodríguez “deja que agarre agua la nube, Miguel, pa’ mojarnos todos” en referencia a que si llueve hay dinero… pero que ya no agarren agua las nubes como este jueves…
LA MULATA SIMONA
La mulata Simona, hija de Nicolás “el esclavito”, tenía fama de ser la bruja más poderosa de la región; tenía su ranchito en la sierra, más para arriba del Salitrillo, en tierras que heredó de su padre, mismas que le fueron dadas a éste cuando fue manumitido en pago de generaciones de servidumbre.
De esta mujer se decía que era tan terrible para hacer conjuros y lograr la salud, como temible para causar el mal. Conocedora de las propiedades de las plantas y sus efectos en la naturaleza humana, se valía muy bien de tales circunstancias aunadas a la superstición e ignorancia de la gente sencilla para simular su poder.
Su clientela se componía de gente de la sierra o que venían de muy lejos, porque a la gente de La Estancia, instruidos en la Religión Católica les tenía muy sin cuidado sus peculiares actividades.
La Estancia en si, por su posición privilegiada de fácil acceso y al pié de la Sierra Madre permitía cómodamente la afluencia de personas de los ranchos circundantes, por lo que tenia una vida social y comercial bastante activa y concurrida, por tales circunstancias se convirtió en Centro Misional en diversas ocasiones, por la gran cantidad de fieles que se lograba reunir.
La primera constancia de dichas Misiones es una tablilla (hoy en poder de particulares) que tiene la siguiente inscripción:
SANTA MISION POR LOS R.R. P.P.
DE LA COMPAÑÍA DE JESUS
Estancia, Mayo 18 de 1923.
En la iglesia aún existe la cruz que como testimonio de su paso de Santa Misión dejaron los Padres Redentoristas, con una pequeña imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro al pie. Firmada por el R.P. Valentín Rta. Fecha: 4 de Julio de 1938.
Posteriormente, para ahorrarse la tablilla y la cruz se le agregó a la misma otra fecha: la correspondiente a la Misión de los R.R. P.P. JOSEFINOS. 24 de Febrero de 1946.
El novenario de sermones de los Reverendos Padres Redentoristas, sacados sin duda del “Año Pastoral” (Pláticas catequísticas sobre las cuatro partes de la vida cristiana y también discursos sobre los misterios de nuestra santa fé) fechada en Barcelona, calle de Archs. No. 8, Año del Señor 1864, (ejemplar en biblioteca particular) levantó la fé religiosa de nuestra gente.
La fama de tales sermones llegó a oídos de la mulata, la cual, primero por curiosidad y después por convencimiento, no dejó de asistir a la Misión; pensativa veíanla las gentes, envuelta en un primoroso rebozo de seda bermejo que hacía resaltar la coloración de su piel.
La víspera de la fiesta del día 4 en honor de la patrona bajo la advocación de Nuestra Señora del Refugio, fue de confesión general; grandes y chicos, viejos y viejas, hombres y mujeres se dispusieron a lavar de culpas sus conciencias.
Le tocó en suerte al sacerdote español, aquel de la difícil pronunciación (el mismo que al ver una rana que los chiquillos por maldad le habían dejado en el confesionario exclamó: “Fur Dios, un dzapo feo”), oír a la mulata en confesión. Se tardaron, se tardaron… dice la gente, y lo que ahí se dijeron solo Dios y ellos lo supieron, el caso es que cuando la mulata salió del templo, lo hizo llorando; y llorando, llorando emprendió el regreso para su rancho con rumbo del Salitrillo, y juran quienes la vieron que el camino quedó mojado con las lágrimas de esta mujer.
Sudoroso y agotado en las puertas del templo, el sacerdote solo dijo: “Loz caminos del Dzeñor son infinitos”.
Tiempo después, pacífica y amable, murió Simona en santa paz, cuidada hasta el fin por su ejército de perros que aullaron durante tres días la ausencia de la Mulata.
ROSTROS JEREZANOS. Una muy grata sorpresa me llevé cuando visité la Nevería “El Paraíso”, y ver sus muros engalanados con fotografías de jerezanas que llenan de nostalgia el lugar. Fotografías que atraen la contemplación de las que han sido y son nuestras coterráneas. La cultura no la hacen solo las instancias gubernamentales y su absurdo papeleo, la cultura se vive y se siente en cualquier rincón donde la busquemos. A las hermanas Cuca y Bertha Torres, les doy las gracias por conservar y darnos esos floridos pétalos de nuestra historia jerezana. La próxima semana escribiré sobre esa bonita galería.

LA CASA DE LA RINCONADA

En el transcurso de la semana recibí varias reclamaciones de personas que manifestaron su descontento por mi escrito “La cultura no va con los gases”, y es que me decían que tampoco mi forma de escribir va con la cultura. Al respecto debo decir que nunca he presumido que sea una persona culta, yo siempre he escrito de lo que veo, de lo que me cuentan, de lo que siento, de lo que pienso, de lo que leo y no me jacto de pertenecer a esa élite de vacas y vacos sagrados que se creen dueños de la cultura jerezana… También me dijeron que me había descubierto solito, que yo era “el pitirijas”. Pues no, porque hasta presumido soy, y me gusta ponerle mi firma a todos mis escritos. Al Pitirijas y su compa el chisperrón, los conozco y reconozco su ingenio y su aguda picardía, pero no hay ninguna relación con lo que yo plasmo en esta página. Y por cierto, envío un saludo al Pitirijas que pronto celebra su cumpleaños.
LA CALLE DE DOS BURROS. Me gustó la plática de antaño que ofreciera Javier el domingo pasado, acerca del ensanchamiento de la calle Suave Patria y Emilio Carranza, porque me ayudó a llenar un vacío de la historia jerezana. Hace tiempo yo había solicitado que quien tuviera fotografías de esas calles antes de que se hicieran de cuatro burros (antes eran de dos burros, uno de ida y otro de venida). Pues sí he tenido respuesta y ya tengo varias gráficas donde se puede ver lo angosto de las calles. Incluso hay otras cuando se están derrumbando algunos frentes, pero por desgracia no he encontrado ninguna fotografía de lo que fuera el Oratorio que estaba por la Emilio Carranza casi esquina con Rosales y solo vagos (muy vagos) recuerdos guardo de él. Si alguien tiene alguna fotografía le agradecería me la prestara tan solo cinco minutos (mientras la copio).
Y… también recibí más documentos de la Casa de la Rinconada, donde en el ala norte se pretendía hacer el Museo de la Charrería y en el ala sur se encontró una galería subterránea que originalmente tuvo otros fines y después fue adaptada como fosa séptica. Por cierto, me reclamaron por la alusión que hice de Lisseth Murillo, que la andaba destapando antes de tiempo. Tal vez, pero de cualquier forma a esta muchacha yo le auguró un gran futuro, pues es muy inteligente, es joven, no está maleada, y con apoyo podrá hacer grandes cosas. Les ofrezco parte de la historia de esa casona:

En 1805, el Gobierno de Zacatecas emitió unas ordenanzas para que los habitantes de la Villa de Xerez blanquearan sus casas. Esto unido a la petición que hiciera don Martín Díaz de Inguanzo para construir portalería en su casa al costado norte de la plaza de la villa, hizo pensar a los habitantes en la necesidad de hacer sus fincas más sólidas y utilizando materiales no tan deleznables como el adobe.
De principios del siglo XIX procede pues, la finca “de la rinconada de la calle del Santuario”, cuyos dueños fueron familiares de los poseedores de la Hacienda de “La Santa Fe”.
Esta casona, es la única que en aquellos años contaba con “oratorio, escritorio y bodega”, y pertenecía a la señora Refugio Rubalcaba de Llamas, esposa de Francisco de P. Llamas Río. Se localiza en la segunda calle del Santuario No. 28, manzana 1ª. Del Cuartel IV (Archivo Histórico de Zacatecas. Notarías. Jerez. Pedro C. López. 1895. Caja 9. No. 21, foja 25v.).
Don Francisco de P. Llamas siempre estuvo ligado con la clase política jerezana, fungiendo en varias ocasiones como juez de paz, síndico y regidor.
Una característica de esta casa, es el enorme portón que da paso al zaguán, y que servía para que atravesando todo el primer patio, los carros y carruajes entraran hasta el tercer patio para ser guardados, ya que no tiene “puerta falsa” como la mayoría de las residencias del Jerez antiguo.
Se cuenta que en los años de la intervención francesa, las tropas intervencionistas hicieron cuartel en el derruído y abandonado Templo de Guadalupe, cuyo frente estaba sobre el oriente de la calle del Espejo, y cuando fueron copados por los republicanos, al no tener salida, ingresaron a uno de los túneles que comunicaban a varias fincas céntricas, y vagando por los subterráneos jerezanos fueron a salir a la parte trasera de esta casa, logrando escapar luego hacia el sur de la calle del Santuario. Años después, la entrada de esta galería era conocida como “la puerta por donde escaparon los soldados de Miramón”. Anteriormente, entre el enlozado de piedra negra del patio, se podían ver los respiraderos de la galería subterránea que servía como comunicación secreta entre varias mansiones de pudientes e iglesias.
Hay que aclarar que en las construcciones jerezanas antiguas se pueden encontrar tres tipos de construcciones subterráneas: la despensa, que era un cuarto subterráneo, por lo regular su acceso era por la cocina. Este cuarto se llenaba de arena, y ahí se guardaban frutas, verduras, carnes a medio cocer, vinos y conservas, en un ambiente de frescura y con ausencia de luz solar.
La otra fosa, era de “del común”, pero se encuentra generalmente al lado sur de las edificaciones, al lado contrario del pozo, pues los veneros del agua vienen del norponiente, así se evita su contaminación.
Y lo conocido como el túnel, son galerías perfectamente ademadas, de piedra, cantera y ladrillo.
En esta casa, una de las entradas se encuentra en el patio trasero, de ahí la galería originalmente seguía hacia el poniente, cortando luego hacia el norte, para comunicar con otras casas del centro de Jerez.
Cuando las tropas revolucionarias tomaron Jerez, el 19 de Abril de 1913, muchos jerezanos huyeron abandonando sus regias mansiones o dejándolas en manos de administradores o gente de confianza que luego se convertiría en su propietario.
La casa de la rinconada fue dejada al Sr. Cura Francisco Javier Reveles, quien mucha influencia tuvo en la región durante el primer cuarto del siglo XX.
Cuentan de este sacerdote que tenía “el don de la ubicuidad”, ya que podía estar en el Templo Parroquial o el Santuario sin que nadie lo viera entrar o salir, y muchos aseguraban que era porque utilizaba los túneles para trasladarse sin problemas.
En el oratorio de la casona, el Sr. Cura Reveles muchas veces llegó a hacer oficios religiosos en los años álgidos de la revolución y la guerra cristera.
En el Manifestador central se encontraba una pintura de Nuestra Señora del Refugio, quizá puesta ahí por su antigua propietaria doña Refugio Rubalcaba, y una imagen de bulto de San Francisco en el nicho lateral.
Tales imágenes fueron sacadas del oratorio por el Pbro. Reveles cuando se fue a vivir a la ciudad de México.
Por los años 30, don Alí Sabag Huraibe se instaló en esa casona, donde puso también una fábrica de pantalón de pechera, no durando mucho tiempo ahí.
Años después, la finca fue ocupada por el Colegio de Niñas, y en el oratorio, las niñas de tercer año recibían su instrucción, además de que servía de salón de costura.
SE CAYÓ DON DANNY. Me comentaron que en las excavaciones locas que están haciendo por la calle de la Acordada, mi gran amigo Daniel de la Cruz desafortunadamente se cayó, al parecer se lastimó una rodilla. Espero que no le haya pasado nada grave y ojalá haya descargado su rabia mentándoles la madre bien y bonito a los topos que tienen Jerez hecho un desastre.

LA CULTURA NO VA CON LOS GASES




LA CULTURA NO VA CON LOS GASES. Sulfido de hidrógeno, metanetiol y sulfido dimetil son gases apestosísimos que contienen sulfuro, y de por sí, solos son olorosos juntos lo son más. En días pasados, aprovechando mis vacaciones, asistí a un evento cultural que prometía estar agradable. De esos eventos en los que es de muy mal gusto llegar tarde, interrumpir o irse a media función. El Teatro Hinojosa –porque fue en el teatro- estaba más o menos lleno, gente culta pensé yo. Cuando de pronto, el ambiente frente a mí se comenzó a llenar de un aroma indescifrable y muuuuy desagradable. Emanaciones contínuas de los gases mencionados al principio. Si prendiera un cerillo en el trasero de la persona que estaba sentada adelante de mí, seguro que se verían ráfagas verdes o azuladas. Algunos manifestamos nuestro desconcierto y descontento tapándonos con la mano boca y nariz, pero eso en nada detenía la constante afluencia del sulfido de hidrógeno. Yo no traía ni un méndigo papel para hacerme aire y en esos momentos en lugar de ver la actuación de los artistas en el foro, pensaba en dos madres, en la de la persona que a placer se echaba sus flatulencias tipo cochina dormida. Esa madre que seguramente no le enseñó reglas de convivencia social, y que le ha de haber rellenado también la panza de cebollas, ajos, frijoles y demás alimentos creadores de gases. Y pensaba también en mi mamá, que cuando íbamos a salir, nos mandaba a todos primero al baño aunque no tuviéramos ganas. “Van y se me exprimen bien, para que no anden con su circo en la calle”. Dice un refrán “que vale más perder un amigo que una tripa”, pero en esa ocasión creo que ninguno de los que estábamos soportando la feroz acometida gaseosa éramos amigos de la interfecta (porque era interfecta) y además tampoco la gaseadora estaba en peligro de perder una tripa, pues se notaba que hasta disfrutaba cada que soltaba uno de sus efluvios, ya que hasta levantaba un poco la nalguita de la silla y se fruncía un poco. Hubo un momento en que de plano ya no soporté, y me levanté de la silla, diciéndole a mis vecinos de asiento: “Ahí se las dejo, toda para ustedes, no dejen de darle el golpe”. Salí encarrerado por el pasillo y de milagro llegué al baño donde vomité pues mi organismo no pudo soportar tanto martirio. La próxima vez, creo que tendré que ir preparado con una buena máscara antigases.
EL ABANDONO DEL PANTEÓN. Hace días comentaba con Sandra de la Torre acerca del estado en que se encuentran las criptas, mausoleos, monumentos, templetes y demás del Panteón de Dolores. Y es que últimamente se han dañado gravemente. La falta de mantenimiento adecuado, además de la fuerte lluvia ha debilitado la cantera. La humedad se la está comiendo. Hay monumentos que se están resquebrajando, y que pronto solo conoceremos por fotografías oportunamente tomadas. Algunas leyendas de las lápidas ya no se pueden leer. Un ejemplo son los catafalcos que están adosados al ala poniente del panteón, el del Pbro. D. Ignacio Báez por ejemplo, que son obras de arte del tallado de cantera y que están semidestruídos o destruídos casi completamente. Es común ver la pedacera de cantera de lo que otrora fueran bonitos monumentos erigidos en recuerdo de alguna persona querida. Copones, obeliscos y templetes por el suelo. A mí en lo particular hace años me llamaba mucho la atención la dedicatoria que Sofía de la Torre dejó a su marido en el catafalco que hizo en su memoria, donde en la parte superior se ve un ancla, luego dos manos, separados ambos elementos por una leyenda en latín “In te domine speravi, non confundar in aeternum”. Y más abajo reza: “Restes cheris de celuí que jái tant aimé, jamais mon coeur ne palpitera que pour toi” (Restos queridos del ser que tanto amé, jamás mi corazón no palpitará por nadie más que tú). Y en la parte de abajo se podía leer: “Mi querido esposo, do quiera que alienta, ven con tu recuerdo mi vida a animar, no dejes ¡oh no! Que el pecho del que había amado, algún día te llegue a olvidar. Su esposa Berta Sofía de la Torre. D.E.P.”. Esa dedicatoria se fue descascarando y ya no existe, solo la podemos ver en fotografías.
Fue durante la administración del profesor Benito Juárez cuando se creó un patronato pro conservación del panteón, pero era un patronato solo de membrete pues no se les dieron atribuciones para gestionar fondos para la restauración de este lugar. Entonces se enlozó todo el corredor de acceso a la primera sección, se le dio su manita de gato, y hasta se le dotó de iluminación ambiental con miras a que fuera incluído en futuros recorridos turísticos.
Entonces hubo la intención de tratar de incluir el Panteón de Dolores en algún programa como el Fondo de Apoyo a Comunidades para la Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos (de CONACULTA). Los primeros pasos para hacer la solicitud se dieron, y se me encargó hacer el expediente (más de 300 páginas que nunca me pagaron). Pero todo ahí quedó con el cambio de gobierno.
Cuatro años después, el regidor encargado de panteones, solo se preocupó porque hicieran unos sanitarios, porque de otro modo “se tenía que andar miando entre las tumbas”. Creo que ni siquiera los sanitarios existen.
Ahora, con la inclusión de Jerez en el programa de “Pueblos Mágicos” no entiendo cual sería la mecánica a seguir para lograr la restauración y conservación del Panteón de Dolores, pero lo que sí sé, es que es urgente que las autoridades correspondientes deben realizar las acciones necesarias para que no se pierda este patrimonio nuestro y lugar que ha servido para que por dos centenas de años descansen los que se nos han adelantado en el camino. Es curioso que sean personas nacidas en otras latitudes quienes aprecian el valor de nuestra arquitectura civil y religiosa, como es el caso de mi buen amigo el Dr. en arquitectura Carlos Lira Vásquez, quien en su libro “Una ciudad ilustrada y liberal, Jerez en el Porfiriato” hace un muy extenso estudio sobre nuestra ciudad, y dedica más de 40 páginas al panteón. “Sin bridas por el desfiladero de la muerte”. Un estudio que bien vale la pena leer y entender.
LA SALA DE LEYENDAS. Abajo del piso del edificio de la Torre, hay dos extensas galerías, perfectamente ademadas de piedra. Si esas galerías se adecuaran, se les dotara de una entrada con escalones, se me ocurre que podría servir como una “galería de lectura de leyendas”, con la iluminación adecuada y un buen narrador, sería otra alternativa cultural para Jerez. Pero… hay muchos peros, el primero, Monumentos Coloniales, que siempre y por todo se pone sus moños. Otro pero sería la falta de visión a futuro, y otro pero más, que no hay presupuesto.
En la galería que está en la casa donde se pretendía hacer el Museo de la Charrería también sería agradable hacer un “café subterráneo” aprovechando el amplio espacio de ese tramo de túnel que dicen los cronistas no existe. Pero, creo que tanto el museo de Charrería como el total aprovechamiento del lugar se harán realidad hasta que Lisset sea presidenta.
Monumentos Coloniales siempre ha sido una traba, pues sus disposiciones son de tipo inquisitorial, sus lineamientos son absurdos y obtusos. Además, que en Jerez lo único colonial es la Parroquia de la Inmaculada y dos que tres fincas cercanas, pues la mayoría de las construcciones jerezanas que aún existen son del siglo XIX, cuando ya no existía la colonia…