lunes, 20 de febrero de 2012

EL TROVADOR DE LAS TRES CANCIONES

Jael Jaramillo, don Manuel Huicochea y Samuel Carrillo en el Bar Tizoc.
El Tizoc lleno de poetas...
ARREPENTIDO. Hace ya muchos años, en que todavía le rendía honores al dios Baco, un domingo de espantable cruda me refugié en el BarTizoc de amenos recuerdos. Mientras leía los periódicos dominicales, disfrutaba de unas cervezas bien frías, con su respectiva sal y limón, que estaban colaborando para que me rehidratara. Poco después de que yo llegara, un solitario trovador guitarra en mano llegó, y comenzó a cantar corridos regionales sin que nadie se los pidiera. Que Rogelio Medrano, que Lino Rodarte, que las del Ahuichote, que el charro Juárez, que de los Bañuelos, que de la Cueva Grande, que Martínez y Talamantes, de los Tulises, etc. Se sabía un chorratal, con letras originales.
Don Joaquín Félix
Desde que comenzó a rasguear la guitarra manifesté mi malestar pues andaba con una resaca de esas en que cada sonido repercutía horriblemente en mi cabeza. Y el malvado cancionero cantaba y cantaba como si hubiera comido una buena ración de alpiste. Hasta que en un receso en que aprovechó para tomarse un tequila que le invitó don Joaquín Félix (dueño del bar), le dije: -Oiga, le disparo un trago si me canta tres veces el corrido de Arnulfo Berumen donde yo quiera. El guitarrista, muy amable me contestó afirmativamente. Entonces le dije que la primera vez me la cantara ahí; la segunda que fuera y la cantara junto al kiosco del jardín y la tercera, en casa de su tiznada madre. Con sorpresa me vio, pero luego, sonriendo me refutó: Po’s las dos primeras si puedo, pero la tercera no, porque ¿sabe? Fue precisamente mi madre la que me mandó que me fuera a cantar a la chingada. Todos festejamos la ocurrencia y seguimos ya medio “curaos” uno cantando y otros oyendo.
Años después, que he querido recuperar la letra de muchos de esos corridos, fui a buscarlo, a la casa donde lo había mandado. Y fue su madre quien me dijo que ya tenía doce años en los Estados Unidos. Así que, por andar crudo perdí una valiosa oportunidad de acrecentar el acervo de la música jerezana.

UN TESORO ENCONTRADO
Don Carlos del Hoyo Cabrera, padre de mi amigo Bernardo del Hoyo, fue una gran persona, de amigable y entretenedora charla. Dejó constancia de muchas de sus anécdotas y vivencias en revistas, apuntes y libros. Ahora, les comparto la historia de un tesoro encontrado, narrada por él.
CUANDO UN GATO ES UN TESORO
“Hoy en día hay muchos buscadores de tesoros que emplean aparatos para detectarlos: varas movidas por expertos, péndulos o trompos hechos por personas preparadas. Otros acuden a adivinos, clarividentes o brujos para que les digan dónde se encuentran los tesoros. Muchos fueron encontrados al hacer un trabajo de albañilería o al hacer acequias, otras obras o, simple­mente, con el arado.
“Esta es la historia de un tesoro encontrado por buscar un gato. Mi bis­abuela, doña Teodosia Sandoval Vázquez, vivía en Huejúcar, ahí en el jardín José María Vanegas, al otro lado de la presidencia municipal. Ella tenía hijos e hijas. Una de sus hijas se hizo novia de un español que asistía al pueblo para comerciar en la región. Este señor, en un viaje a Manzanillo, Colima, le com­pró a la tripulación de un barco un gato no sé si de angora o siamés, pero era un gato muy fino. Él se lo trajo para regalárselo a su futura suegra y ésta se entusiasmó mucho con el gato, al que cuidaba y apapachaba. En pocas pala­bras, estaba encantada con su gato.
“Pues ahí tienen que se le perdió el mentado gato. No lo encontraban en la casa, ni con los vecinos, ni en todo el pueblo; nadie informaba, nadie sabía nada. Un día oyeron maullar al tan buscado gato dentro del retrete, de esos de pozo que hacía tiempo estaban fuera de servicio y clausurado con unas tablas clavadas. Por algún hueco entró el gato y no podía salir. Al oírlo maullar doña Teodosia llamó a su hijo mayor, pidiéndole que sacara al animalito. El joven metió a su hermano menor, quien se llenó de suciedad, y aunque estaba seca daba mucho asco; el muchacho, que estaba atado para poderlo sacar con faci­lidad, dijo: «Ya lo vi, se metió por la puerta donde está la campana».
“Creyeron prudente sacar al muchacho y metieron a un mozo de la casa, el que confirmó que sí había una puerta. Ya metido en el asunto, dijo: «Voy a ir a sacar ese gato». Al pasar no sin dificultad la puerta, se quedó de una pieza: vio dinero en monedas de oro y plata y objetos de valor y vio que del cuarto seguía un pasillo. Él iba gritando lo que iba viendo. Las personas de afuera, llenas de curiosidad, le dijeron que siguiera por el pasillo, que explo­rara todo. El mozo siguió por el pasillo hasta llegar a unos escalones que daban a una salida que se hallaba tapada y que daba al zaguán de la casa, por donde sacaron las monedas y demás valores.
“Una campanita resultó ser de oro macizo. Y así fue como el gato les dio ese tesoro a la familia, tesoro que habían dejado unos antiguos dueños de esa casa. Mi bisabuela estaba feliz con su gato, pero más feliz con lo que le había obsequiado el gato y… colorín colorado.
“Las personas de la historia son las siguientes: mi bisabuela doña Teodosia Sandoval Vázquez; mi abuelo, don Eugenio del Hoyo Sandoval, que era el hijo mayor; la novia, hermana de mi abuela Jovita V. Sandoval, y el hermano menor, mi tío, don Julio V. Sandoval. Del español no recuerdo el nombre, pero fue el esposo de mi tía Jovita y se apellidaba Palacios. En esa casa nació mi papá y sus hermanos mayores. En El Cacalote un mediero, don Pancho González, me platicó que mi abuelo había sacado un tesoro de un excusado en Huejúcar, Jalisco; pero después de tiempo mi tío, don Víctor Sandoval Acevedo, hijo de don Julio, me platicó los detalles de la historia que ahora estoy relatando”. [Carlos del Hoyo Cabrera]
SALUDO. Para que vean que no me olvido de mis lectores, en esta ocasión envío un afectuoso saludo a don Miguel Agustín Sotelo y a su distinguida esposa, Chela Correa quienes domingo a domingo me siguen (bueno, cuando aparece mi columna). Además, a don Rodrigo Martínez, persona que se ha expresado muy bien de lo que escribo.
MAS LIBROS. Agradezco a todas las personas que han confiado en mí, y me han proporcionado documentos, fotografías, revistas y libros. Todo ello está sirviendo para enriquecer la historia y tradiciones de Jerez. Pronto podré ofrecer un estudio sobre las leyendas e historia de las calles jerezanas, que sé tendrá la misma acogida que los libros de leyendas y relatos y el de “Conozco Jerez” que todavía están a la venta en NEVERIA EL PARAISO (en el Portal Inguanzo), REGALOS GERSY (en la esquina del jardín y calle de San Luis), VIDEO REC (enfrente de El Venadito, por la calle de San Luis), PUBLICACIONES SOFIA (a dos cuadras del puente, por la calle de San Luis también),      ARTESANIAS VIQUEZ (al lado sur del edificio de la Presidencia), MERCADO DE ARTESANIAS (en la primera cuadra de la calle Hidalgo, junto al Keko’s) y en REFORMA No. 51 (Mero enfrente de con don Carlos García, EL PORKY).