viernes, 12 de febrero de 2016

EL TESORO DEL CALLEJÓN DE LOS ÓRGANOS

-“No creo que se acuerde de la cruz que estaba ajuera del panteón de Dolores, pegada a la barda del lado norte. Esa cruz la puso don Cuco Vanegas para ir a pedir a Dios por  su hijo Dañel, que fue muy maldito, pos’ fue quien quemó a un sacerdote y a su mamacita (la del sacerdote) en una caldera de un molino; cuando lo mataron en tiempos de la revolución echaron su cuerpo a una fosa común y no le permitieron a su padre pusiera una cruz dentro pa’ recordarlo. Así que la puso ajuera.
“Ese Dañel era muy mala alma, se metió de revolucionario cuando vinieron las tropas de Pánfilo Natera, y a los pocos días andaba presumiendo que era general. Los que andaban con él eran puros de su calaña, acostumbrados a la malditura, se robaban a las muchachas de los ranchos y nomás les hacían la maldá y las dejaban a su suerte. Aparte, le traiban munchas ganas a la hacienda del Ojo de Agua, acá por el Huejote.
“Tantas maldades hizo ese Dañel, que sus mismas gentes lo mataron y en un carretón de basura lo trajeron a enterrar en una fosa común que había pegada a la pader. La cruz que puso don Cuco quedaba esaitamente frente al callejón de Los Órganos, pero antes no había casas, solo unos tecoruchos abandonados y unas bardas de adobe con nopales bien enrraizados, ya muy añejas. Ya más o menos se dio una idea de dónde estaba la cruz que le digo, ora sí le voy a contar la historia:

“Don Filomeno andaba con su compadre Ponciano de rancho en rancho, de pueblo en pueblo, de feria en feria. Vendían baratijas, espejos, collares, y cosillas de esas que usan las mujeres quesque pa’ verse más bellas. Barilleros eran.
“Pos’ don Filomeno estaba añejón y ya cansado de andar de pata de perro le dijo a su compadre que él se iba a quedar a vivir en Jerez, que a lo mejor se dedicaría a la hojalatería y a criar marranos. Y es que ya tenía familia, y la ñora era la que más resentía que anduvieran como judíos errantes. Así que pa’ pronto consiguió una casa que ni siquiera le rentaron, se la emprestaron pa’ que la cuidara.
“Pos’ la casa esa es la que quedaba en el callejón de Los Órganos y daba esquina con el llanito al lado del panteón. La casa estaba abandonada, nomás eran dos cuartitos, un gallinero y un corral con bardas de adobe medio caídas, unos macheros y sobre las bardas habían crecido unos nopalones que de noche daba miedo verlos.
“En un cuartito dormían don Filomeno, su mujer y sus tres hijos. El otro lo usaban pa’ cocina y pa’ guardar triques y el compadre se quedaba en el gallinerito, al cabo acostumbrado a andar en el trote, ponía un petate en el suelo y ahí se dormía. En el corral metieron cochinos, eran marranos criollos, de esos corrientes y trompudos. En el patio don Filomeno arregló sus cosas pa’ chambiar en la hojalateada.
“Pos’ a los pocos días Ponciano le dijo a su compadre que él mejor se iba a seguir con lo de la barilleada, porque se sentía incómodo ahí, y no por quedarse en el gallinero, sino que porque por las noches se oían murmullos y se veían sombras del lado donde estaban los nopales. Don Filomeno le decía que no juera coyón, que los murmullos los causaba el viento que pasaba entre los nopales, y que las sombras era porque el mismo viento los movía. Ponciano le retobaba y juraba que eran los muertos del pantión que se querían salir.
“Don Filomeno notó después que los cochinos escarbaban en las raíces de un nopal, y se lastimaban sus trompas, así que junto con su compadre decidieron tumbar los nopales, de ese modo ya no se verían sombras ni se oirían murmullos ni voces extrañas por la noche, y de pasada, los cochinos ya no trompearían ahí. Pos’ estaban en chinga con los talaches y los picos sacando de raíz los nopales, cuando Ponciano se rajó, dijo que lo dejaran para después, porque estaba muy cansado. Filomeno le decía que le siguieran nomás un rato, que casi acababan.
“Ponciano se fue a la tienda de don Goyo Ramírez, ahí cerquita, en la esquina de la calle Dolores, a echarse unas cheves y dejó a su compadre solo. Empezaba a anochecer cuando de talachazo en talachazo don Filomeno ya casi sacaba todos los nopales. Y que da un talachazo y ¡zas! Se le fue hasta dentro de un hoyo que estaba debajo de la raíz del nopal. Y en el agujero, se encontró tres ollas de barro, bien llenitas de monedas de oro. Yo crioque como les daba el aigre no se engasó don Filomeno.
“No se portó gacho, porque luego luego jue a buscar a su compadre pa’ que le ayudara, pero el compadre ya estaba briago con las cheves que se había tomado y lo tiró a loco. De todos modos don Filomeno le convidó de las monedas que se encontró.
“Pos’ la suerte de esa familia cambió con ese hallazgo, porque después compraron esa casita y la tumbaron toda pa’ hacerla nueva. Y don Filomeno se dedicó a comprar casas por todo Jerez para tumbarlas y hacerlas nuevas. Del dinero que se jalló pue’que ya no queda nada, porque los hijos le salieron muy jijos y a escondidas de su papá se lo sacaban pa’ gastarlo en cuanta borrachera se les ocurrió.

“Y así como se lo cuento, es como me lo contaron, lo del tesoro de la casa de enfrente de la cruz de Dañel Vanegas. Que sea cierta, quen sabe, a mí así me lo contaron”.

martes, 9 de febrero de 2016

LA FUNDACIÓN DE JEREZ

En los círculos culturales jerezanos, se habla de que en este mes de febrero se reunirán estudiantes de historia, cronistas, “compadres de los cronistas” e historiadores en un congreso para “establecer definitivamente” la fecha de fundación de nuestra ciudad. La fecha no necesita establecerse, pues de que hubo fundación, la hubo. La cosa es encontrar los documentos que aún existen desperdigados por ahí, en los cuales los primeros habitantes de estas tierras hayan dejado su testimonio. Hace ya varios años ya había escrito en este mismo espacio algo al respecto, y como no voy a participar en esos foros, porque no estoy a la altura de esas gentes que juran ser los poseedores de la verdad histórica (eso dijo el fementido poeta de los codos negros), a petición de muchos de mis lectores se los ofrezco de nuevo:
EL CUESTIONARIO DEL REY

Ese sábado 13 de octubre de 1584, luego de oír la misa matutina en el pequeño templo de la “Limpia Concepción”, cuyo atrio y frente estaban entonces orientado hacia el norte, se reunieron bajo una enramada cercana los principales vecinos de la naciente Villa de Xerez de la Frontera. Ahí había dispuestas algunas sillas rústicas y una mesa, con papel, tinta, arenilla y varias plumas de ganso convenientemente afiladas para que el escribano Pedro Ramírez pudiera dar fe de lo que se realizaría.
El Juez de Comisión y Justicia Mayor de la Villa, Diego Nieto Maldonado, les mostró a todos los presentes un cuestionario de 6 hojas, en las que relucía una “P” capitular en tinta roja.  Les explicó lo que ya todos sabían: Felipe II necesitaba conocer todo su reino, ya desde 1577 Juan López de Velasco, cosmógrafo y cronista mayor de las Indias había hecho un cuestionario que por órdenes del monarca se distribuyó en todas las posesiones españolas. Por disposiciones de la Audiencia de la Nueva Galicia, lo debían responder “los gobernadores, corregidores o alcaldes mayores”. Eran tan solo 50 preguntas, pero a los vecinos, la mayoría españoles iletrados y que se vinieron en pos de la aventura y la fortuna, se les hacía muy difícil contestarlas, motivo por el cual se reunieron ese otoñal día para ver si entre todos podían hacer una contestación coherente a la “Memoria de las cofas, a que fe ha de refponder: y de que fe han de hazer las relaciones”.
El escribano comenzó con su mejor caligrafía a redactar el documento: “En la Villa de Xerez de la Frontera a trece dias del mes de Otubre de mil y quinientos y ochenta y quatro años, El Ilustre Señor Diego Nieto Maldonado juez de comicion y justicia mayor de la dicha villa y valle de Taltenango por su majestad en cumplimiento de lo que es mandado por la real audiencia de este reyno sobre la relacion que su majestad mande que se le envie de la descricion de las yndias, estando presentes los señores juan bicente y hernan garcia alcaldes ordinarios de la dicha villa y esteban garcia regidor, les dio a entender lo contenido de la dicha instruyción y aviendoles sido leida dixeron y respondieron lo siguite”
La primera pregunta estaba sencilla, y respondieron: “Que desde la fundacion de esta dicha Villa se le puso nombre de la VILLA DE XEREZ, y ansi lo confirmo el avdiencia real de este reyno de la nueba galizia en cuyo destrito cae y que no a tenido mas nombre que este”. La segunda pregunta era sobre quien fue “el defcubridor y conquiftador de la dicha provincia y el año de fu defcubrimiento…”.  Contestaron que “puede aver quinze años poco mas o menos que esta dicha villa se pobló de españoles que algunos de ellos oy en dia residen en ella la qual estava conquistada por los conquistadores antiguos de este reyno y descubridores de las minas de los cacatecas”.
Y así, se consultaban y seguían entre todos dando las respuestas a las preguntas, sobre el temperamento del clima, si es tierra llana, poblaciones de indios, distancias a otras villas, etc.
La pregunta 9 pedía se dijese “El nombre y fobrenombre que tiene, o vuiere tenido… y porque fe vniere llamado affi… y quien le pufo el nombre, y fue el fundador della, y por cuya orden y mandado la poblo y el año de fu fundación, y con quantos vezinos fe comencó a poblar, y los que al prefente tiene”…
La respuesta fue “la cavssa porque a esta villa se le puso el nombre de Xerez de la frontera fue porque es tierra a donde de ordinario andan indios de guerra robadores y matadores el qual nombre se acordó por los pobladores que de presente se hallaron en la poblacion de ellas y por la real avdiencia de este reyno le fue dado y señalado el dho nombre; y fue el primer fundador y poblador de ellas PEDRO CARRILLO DAVILA y PEDRO CALDERA y MARTIN MORENO, y ansi fueron viniendo de dia en dia, y llegaron a aver en la dcha villa treynta y seys vezinos españoles, cazados y solteros, y de presente hay doze y no más. La qual poblazón se hizo, con orden de la dcha real avdiencia, en el año de MIL Y QUINIENTOS Y SESENTA Y NUEBE”.
En 8 folios contestaron esos jerezanos pioneros todo lo que supieron sobre el valle que comenzaban a habitar. Lo interesante es que consignan que en 1569 se fundó la Villa de Xerez. Entonces no había posibilidad de que se equivocaran porque fue pocos años antes, muy pocos.
El documento lo signan Diego Nieto Maldonado, Hernan García, Juan Vicente, Esteban Garcia (que dibujó unos garabatos) y Cristobal Caldera, además de el escribano.
Sería interesante poder paleografiar y dar a conocer a los jerezanos el documento completo, pues nos habla de los primeros días de nuestra tierra. Ya varios investigadores lo han mencionado como Francisco del Paso y Troncoso (que vio el original), don Eugenio del Hoyo y don Valentín García Juárez.
El original se encuentra en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, en el edificio marcado con el número 21 de la calle León de Madrid. Dicen que hay copias en el Archivo General de Indias, en la Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas, y en la Glasgow University Library. Una copia facsimilar llegada directamente desde el otro lado del charco, adorna mi archivo particular. (Me imagino que es la única que hay en Jerez). El documento no se ha digitalizado por lo que en los archivos de internet no está. Sería interesante que algún día se pudiera publicar íntegro, perfectamente paleografiado y con sus conclusiones.

Hay otros papeles que nos hablan de los primeros días de nuestro pueblo, quizá los eruditos participantes de este Congreso los saquen a relucir y se enriquezca bastante la historia de Jerez. Yo –reitero- no participaré, pues bien aplicado está el refrán ese que dicen que unos ordeñan la vaca y otros se toman la leche…