miércoles, 5 de octubre de 2016

LAS BURRERIAS DE LOS PRESIDENTES

Cuando llegan los nuevos presidentes municipales a cumplir con su encargo, la mayoría de las veces se encuentran con la novedad de que su antecesor les dejó la presidencia bien limpiecita, hasta sin ratas ni cucarachas. A veces también las cortinas de las ventanas del despacho desaparecen, plumas, lápices y papel del baño. Y se encuentran también con la novedosa novedad de que hay un chingo de deudas, la mayoría impagables, de compras medio raras, que les dejaron de herencia para que tengan en qué entretenerse y no anden pensando malos pensamientos.
Es entonces que comienzan a hacer uso del ingenio para allegarse recursos que les permitan que los años de su administración sean llevaderos, y si se puede, po’s llevarse algo para los años de vacas más flacas. Algunos contratan “super asesores” medio locos para que les echen la mano y los guíen en la difícil tarea de gestionar programas, mover la lana y hasta conseguir préstamos con su consiguiente y abultado diezmo.
Otros, muy a su estilo, hacen decretos y leyes para hacerse de fondos, como ocurrió hace no muchos años en un pequeño municipio del norte de Jalisco:
Resulta que el alcalde de ese lugar, leyó en un periódico -que por cosas del destino le cayó en las manos-, unas declaraciones del titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo rural en el distrito de Colotlán. El funcionario comentaba la necesidad de concientizar a los criadores de burros, de acabar con ese tipo de animales, para darle lugar a los becerros. Abundaba en sus declaraciones asegurando que los becerros dejan mejores utilidades.
Al alcalde se le prendió su velita en la cabeza, y para pronto emitió un decreto en el que prohibió la circulación de burros en su municipio. Los vecinos fueron a reclamarle sobre esta disposición, ya que la mayoría eran gente humilde y usaban a los burros como su medio de transporte.
-“Tamos d’acuerdo en que quera modernizar el pueblo, pero tome en cuenta que nosotros no tenemos ni becicletas, ni trocas pa’ ir a los potreros. Los burros son como nosotros, bien humildes, no tenemos agostaderos para criar nuestros animales, y han sobrevivido tomando agua en las orillas del río o en los charcos de los callejones, triscando zacate, yerbitas y lo que se encuentran”.
El presidente desoyó la petición, y como todos en el municipio seguían circulando en sus burritos, decidió decomisarlos y meterlos al mostrenco. Los policías del poblado se dedicaron a arrear jumentos. Ya cuando llevaba unos cuarenta y cinco, los mandó a las empacadoras de Fresnillo y Jerez. Pero, como se había gastado dinero en su manutención en el mostrenco y en el transporte, se quedó con lo que le pagaron por ellos.
Por si fuera poco, el alcalde escogió una burrita muy bonita de entre las decomisadas y la dejó para él. La herró con el fierro del ayuntamiento sobre la marca que ya tenía el animal y la usaba “para los mandados aquí nomás cerquitas”.
-“Oiga, po’s si está prohibido que andemos en burro, ¿por qué usté sí puede andar en burra y lo que es más, en burra ajena?”
-“¡Ah!, es que hay una gran deferencia: ¡yo soy la autoridá! Las leyes las hago yo y las aplico a mi saber. En la ley dice que “todos los ceudadanos tienen prohibido andar en burro”, pero no dice nada del presidente que no es un ceudadano como todos los demás”.
A pesar del descontento de los habitantes de ese municipio, el decomiso y venta de burros por parte de la autoridad siguió, hasta que se acabaron. Entonces, el alcalde encargó a sus policías acudir a un municipio vecino, cosa que hicieron y ahí se apropiaron de buena cantidad de borricos.
Pero los dueños de estos animales no agacharon las orejas, les pelaron los machetes, les dijeron de cosas de su mamá y de pilón se fueron al ministerio público y denunciaron penalmente al alcalde y sus secuaces.
 -“Los burros vendidos fueron arreados, por órdenes del presidente municipal y por personal subalterno a su cargo, sin derecho ni razón y como lo hemos manifestado, el dinero obtenido por la venta ilegal de burros, no ha sido –al menos- reportado a la tesorería ni se ha informado al cabildo al respecto”.
Cabe decir que los inconformes no recibieron de vuelta sus burros, ni el dinero de la venta, y su denuncia siguió el curso que siguen casi todas las denuncias…

DON ZEFERINO Y EL CIPRÉS
Hace tiempo narraba la historia de don Zeferino el leproso, dueño de la tienda “El Ciprés”, que estaba en la esquina suroeste de las calles Rosales y El Ciprés. Zeferino se cubría con un paño blanco, ya que por la lepra le faltaban partes de los labios y se le podía ver la mandíbula superior del lado derecho. Era un charro consumado y siempre vestía de negro, trayendo al hombro (según costumbre de la época) costosos sarapes de vistosos colores. Cuando andaba tomando le gustaba compartir su botella con los clientes. Era de mucha fama el judas que ponía con su dinero los sábados de gloria frente a su tienda.
Desde muy en la madrugada comenzaba el relajo, pues contrataba la música de viento que dirigía el famoso “Pancho María” Carlos de Susticacán. (Un antecedente real del actual tamborazo).
En el “judas” de don Zeferino se reunía la flor y nata de los rancheros y bajo pueblo de Jerez al son de la tambora y de su cantante, “El Zalate”, don Andrés Nava. El sotol corría en abundancia y a grado tal, que don Zeferino acababa ese día con todo el que tenía en existencia y casi todo regalado pues ya al último ni lo vendía. Era muy conocido que cuando ese señor estaba ya muy tomado sacaba una castaña de sotol y otra de pinos que ponía frente a la tienda y con un jarro a disposición de todo el que quisiera de tales brebajes. El traía una botella en la mano y montado a caballo hacía piruetas admirables mientras le ofrecía a todo mundo que por cierto bebían ya sin temor al contagio tan temido. La música del pueblo instalada sobre un alto tapanco deleitaba a la multitud con el “Caballo Mojino”, “María Reducinda” y otras piezas de trueno por el estilo; pero a las diez de la mañana y en cuanto daban el repique de Gloria en la Parroquia, se oían por toda la ciudad los truenos que daban por “ejecutado” al Judas, de don Zeferino que toda la mañana había bailoteado sobre la punta de un morillo adornado de papeles de colores y con ramajos de pirúl.
Los que quieren saber sobre el origen del sábado de gloria jerezano, del tamborazo y costumbres locales pueden buscar más abundando en esta narración, buscando en archivos familiares, consultando con los cronistas, pero lo malo es que los méndigos güevones siempre desean que les tenga uno la mesa servida.
MARIA REDUCINDA. Platiqué con músicos de antaño y ninguno me supo dar razón de esa pieza que tocaba el tamborazo de don Pancho María, allá en la última mitad del siglo XIX. Hasta que me topé con unos apuntes familiares en que además de valses, chotís, danzas, mazurcas, aparecen sones y jarabes, escritos con su correspondiente anotación musical. ¡“María Reducinda” son unas mañanitas! Y la letra dice así: “¡Ah qué caray, María Reducinda! / chatita, ya amaneció, / ya los pajarillos cantan, / ya la luna se metió…”. Lo malo es que no se leer música, porque encontré también su partitura, a ver si mi hermano Carlos –que sabe solfeo-  viene y la tararea para saber cómo era.

LIBROS NUEVOS. Todavía quedan ejemplares del Tomo V de Relatos de Aparecidos y Tesoros “De bandidos, tesoros y otras cosas”. Lo puede comprar donde exhiben nuestras publicaciones: en los portales del mercado donde venden periódicos y revistas, en Video REC (por la calle de San Luis), en la Casa Museo de Ramón López Velarde, donde venden artesanías en el portal Humboldt y en Reforma No. 51 centro (frente al Porky). Si desea adquirir los cinco libros de leyendas, en Reforma 51se los damos a un precio muy especial.

viernes, 30 de septiembre de 2016

EL BURRO DE ORO

En esta ocasión les ofrezco un relato sobre un personaje mítico, aclaro que no es de la región, cualquier coincidencia con burros de oro regionales eso será, pura coincidencia…
EL FAMOSO BURRO DE ORO
Francisco Velarde y de la Mora, más conocido en los anales históricos como “el burro de oro” fue un personaje mítico y anecdótico de mediados del siglo XIX cuya vida transcurrió por los rumbos de La Barca, Jalisco y Zamora, Michoacán. Hay genealogistas (como el fementido poeta de los codos negros que presume en Ojuelos, Jal., que es “Director” de sabe qué archivo histórico “particular”) que afirman que está en la lista de antecesores de nuestro poeta Ramón López Velarde.
Francisco de Velarde y de la Mora
Este burro de oro (Velarde, no el archivista que no llega ni a gato), nació en cuna de oro: sus padres fueron don José Crispín de Velarde, notable abogado y prominente miembro del real consulado y de la diputación provincial de 1813, y de doña Josefa de la Mora y Torres, dueña de importantes propiedades y haciendas en una amplia zona entre Michoacán y Jalisco, así como parte del lago de Chapala. Cuando sus padres murieron, toda esa inmensa fortuna quedó en sus manos, ya que solo tenía dos hermanas que desde niñas fueron enviadas al convento.
Y como el dinero es para gastarse, para pronto Velarde lo fue gastando en lujosos carruajes, fincas palaciegas, así como en ornamentada ropa. Todavía en Guadalajara se puede admirar una de las casas-palacios que ahí tenía, muestra notable de la arquitectura neoclásica, en la esquina de las calles Hidalgo y Pino Suárez, donde ahora está el Palacio Legislativo. La quinta Velarde y la espléndida finca de campo en Tlaquepaque, ocupada hoy por el Museo de la Cerámica, estaban exquisitamente amuebladas al estilo europeo.
En La Barca, Jal., tenía su guarida principal: una mansión conocida como “La Moreña”. Ahí hizo plasmar los más bellos murales al temple que existen en todo el país, en pasillos y corredores, debidos al pincel de Gerardo Suárez, el más notable pintor jalisciense de la época (mediados del siglo XIX). La leyenda urbana creada en torno a Velarde, lo pone como un ignorante e iletrado general imperialista, de escasa inteligencia y gran fortuna en oro y plata, cuyos sueños de gloria lo llevaron a tener su propio regimiento y a invitar a conocer sus dominios al emperador Maximiliano.
Los historiadores no tienen gran información sobre sus descendientes, afirman que se casó con Nicolasa Ylicarrituri con quien tuvo cuatro hijos, así como 3 hijos más con otras señoras de nombres Carmen Romero y Praxedis Torres. Se afirma que tenía una vastísima colección de obras de arte, pero todo ello fue expropiado por los “liberales” de la época y prácticamente nada quedó, todo se saqueó, robó y fue mal vendido.
El burro de oro, Velarde fue objeto de una emboscada encabezada por el general Manuel Márquez, quien lo fusiló el 14 de junio de 1867 en Zamora, Michoacán.
Muchas anécdotas y leyendas se le han atribuído, se dice que era tan rico que llegó a comprar mulas de sus propias recuas, porque ignoraba que fueran suyas: En uno de sus frecuentes viajes a Guadalajara, se encontró con una recua de magníficas mulas alazanas. Encantado por aquel hermoso conjunto se encaró con el jefe de los arrieros y trató de comprarlas, pero el arriero se negaba a venderlas a pesar de que Velarde le enseñaba bolsas con monedas de oro. Molesto por las negativas, Velarde le preguntó por el dueño de las mulas, a lo que el arriero contestó: “Po’s la mera verdá, mi amo, yo no sé cómo se llama mi patrón, sólo sé decirle que lo conocemos como “el burro de oro”, lo que ocasionó una fuerte carcajada del patrón y que el atribulado arriero recibiera una buena cantidad de monedas doradas.
Uno de los murales existentes en "La Moreña".
En tiempos del imperio, quiso granjearse al emperador Maximiliano, por lo que continuamente le enviaba valiosos obsequios y la invitación para que fuera a conocer sus propiedades. Maximiliano nunca le contestó que acudiría, pero tampoco le dijo que no, por lo que Francisco Velarde gastó miles de pesos en preparativos. Invirtió fuertes cantidades para dejar en excelentes y palaciegas condiciones la residencia que tenía en la esquina de Hidalgo y Pino Suárez de la perla tapatía. Importó muebles de Europa, adquirió vajillas hechas de plata con incrustaciones de oro. Cuentan que puso a trabajar día y noche a un gran número de sastres y costureras para hacer un enorme toldo, que pretendía cubriera al emperador en su camino desde Guadalajara hasta La Barca, para que “el güerito barbón” no estuviera expuesto a los rayos del sol.
LAS TRES CARGAS DE ORO
Para junio de 1867, el imperio de Maximiliano había llegado a su fin, y por todo el país se había desatado una persecución buscando a todo aquel que hubiera servido al imperio y al intervencionismo para darle su castigo como traidor a la patria.
En Zamora, Michoacán, fue aprehendido don Francisco Velarde y de la Mora, y en cuanto se supo de su detención, llovieron acusaciones en su contra. Gentes que anteriormente se vieron favorecidas por él, fueron de los primeros en indiciarlo. El burro de oro, le pidió el perdón y la gracia de su vida a Benito Juárez, mediante el general Manuel Márquez de León, quien le aconsejó escribiera una carta a Juárez y en ella expuso que a cambio de ese perdón, le daría a la nueva república su propio peso en oro, del que tanto se necesitaba para la reconstrucción de todo el país, devastado por la guerra contra los franceses y conservadores.
Con carácter de urgente, mandó pedir a Guadalajara tres cargas de oro que tenía en su hacienda “La Quinta Velarde”. Inmediatamente salieron de Guadalajara cinco hombres arriando tres mulas cargadas de oro. Refieren que salieron a medianoche, cuando la ciudad estaba en completo silencio y a oscuras. Caminaban a toda prisa, pues tenían que llegar a tiempo a Zamora para obtener la libertad de su patrón. A Ocotlán llegaron por la noche del 16 de junio, en donde durmieron y salieron muy temprano para tratar de llegar ese mismo día a Zamora.
Cuando iban llegando a la hacienda de San Andrés, un jinete los alcanzó para entregarles y leerles un mensaje que les enviaba doña Nicolasa Ylicarrituri, que les ordenaba se regresaran a Guadalajara, pues Velarde ya había sido fusilado, sin que se le diera oportunidad de recibir el salvoconducto de Juárez.
De alguna manera, unos bandoleros se enteraron de la carga que llevaban y los venían siguiendo desde su salida de Ocotlán. El asedio era notorio, por lo que los arrieros enterraron el oro en las faldas del cerro de San Andrés, dicen que a dos varas de profundidad junto a un gran zalate (el zalate es un árbol muy frondoso y de larga vida) y después de enterrado el oro llenaron los sacos con piedras y siguieron su camino con rumbo a la hacienda de San José de las Moras, también propiedad del mítico burro de oro. Los bandoleros los alcanzaron y al dominarlos y abrir los costales, se dieron cuenta que los habían engañado, llenos de furia los acuchillaron y asesinaron, aunque luego se arrepintieron porque no tuvieron quién les dijera dónde habían escondido el oro. El mensajero -como iba montado en buen caballo- puedo escapar y referir lo acontecido a su patrona doña Nicolasa. Según la Leyenda estas tres cargas de oro aún permanecen en ese lugar entre San Andrés y Jamay cerca del antiguo camino real y bajo un gran zalate.

viernes, 1 de julio de 2016

LA FOTO DE 1877

La verdad ya me tienen harto los que presumen ser poseedores de la verdad absoluta en cuanto a historia local se refiere. Ese par de güeyes (porque nomás una yunta ajusto) nomás opinan para que digan que todavía resuellan. Más bien, están como los burros viejos que rebuznan y rebuznan pa’ que no les dé un llegue algún manadero.
Hace pocos días, Bernardo del Hoyo me envió una fotografía que encontró de pura casualidad en los archivos de la Fototeca del INAH. Una fotografía vieja y borrosa que aparentemente no decía nada. Al observarla con atención, nos pudimos dar cuenta que era una foto ¡de un Jerez completamente desconocido! ¡Del Jerez de 1870!
Para un historiador, ese hallazgo es muy importante y emocionante, pues permite recrear fielmente la historia. La foto la presenté en redes sociales, y para pronto un par de homofóbicos sujetos soltaron sus críticas venenosas y negativas, dudando hasta que la gráfica fuera de Jerez. Les tengo paciencia a esos pobres e indefensos animalitos del Señor, pero la paciencia también se acaba y me puedo enojar y decirles en su cara cosas feas de sus burriles antecesoras.
Bueno, la fotografía que me envió Bernardo, nos presenta un Jerez completamente desconocido. Deduzco que el fotógrafo subió a la azotea de la casa de la esquina de la calle de Guanajuato y plaza de armas, montó su tripié y sobre él su costosa cámara de cajón. Tomó una placa de norte a sur, en la que se aprecia el santuario con una sola torre. Y luego giró un poco su tripié y cámara, unos veinte grados al sureste y tomó lo que era la plaza de armas, al fondo la finca de los Escobedo y de los Berumen, todos con sus portales de medio punto. Y más al fondo se aprecia la torre de la parroquia, el remate de su frontis y la cúpula.
Ya nos comunicamos con la fototeca del INAH a ver si tienen esa gráfica con mejor  resolución, para estudiarla con cuidado y poder ofrecer más detalles sobre la misma. Pegué tal foto con la que ya conocemos del santuario con una torre, y me atrevo a asegurar que son compañeras, que las dos fueron tomadas por el mismo fotógrafo, a la misma hora y el mismo día.
Por lo pronto, podemos observar lo siguiente:
1. No existía el jardín. En 1887 el jefe político Rafael Páez comenzó a realizar las obras preparatorias para sembrar un jardín en la plaza. A pesar de los obstáculos, a fines de ese año ya estaba terminado un acueducto de “cal y canto” que desde la calle de las Higueras (Mina) y por el ala sur de la calle del Álamo (Hospicio ó Emilio Carranza) llevara el agua para regar el jardín. De igual manera se estaban construyendo faroles para el alumbrado y sofás de hierro y madera. Las dificultades seguían, llegando a tal grado el enojo, que un día Rafael Brilanti mató el caballo del jefe político por disputas sobre el jardín. (Los Brilanti tenían su residencia en el lado oriente de la plaza, por lo que el jardín les afectaba la visibilidad). En los primeros meses de 1888 se emprendieron las obras con tal ímpetu, que Rafael Páez dice: “…en el centro se está construyendo un kiosco, desde marzo se le formó un octágono de 48 columnas de piedra de cantería que formó el zócalo del referido kiosco, en ese mismo mes comenzó a levantarse el pabellón de madera, fierro y zinc”.
2. El santuario tenía solo la torre del lado sur. La del lado norte fue construida por iniciativa del dinámico presbítero Andrés Vicente López y se terminó en 1885. Al lado norte se pueden apreciar solo los arcos para las campanas del reloj.
3. El edificio de la jefatura política tiene en la parte superior de cada puerta “mirillas u ojos de buey” que servían para la ventilación. Esas mirillas fueron tapiadas cuando se reconstruyó por primera vez, en 1928.
4. El portal de los Escobedo (extremo izquierda) se reconstruyó a principios del siglo XX, y se inaugur{o como lo conocemos, el 13 de abril de 1910, imponiéndosele el nombre de “Portal Humboldt”, por iniciativa del franco-alemán Andrés Buhr, quien era el soporte de las variadas industrias de los Escobedo. El franco-alemán se quedó en Jerez y se casó con Aurelia Robles Maldonado. Al menos hay datos de tres de sus hijas: Rosa María, Ma. Aurelia y Aurora. Falleció el 22 de junio de 1912 a la edad de 59 años. De su familia poco se sabe luego de la revolución. Tal vez emigraron a otras tierras, como muchas otras gentes que salieron de Jerez solo con lo que traían puesto. En 1914, el gobierno del municipio le embarga la casa que fue de su propiedad, en la primera cuadra de la calle de la Parroquia, por falta de pago de contribuciones.
5. Las bancas de la plaza eran de cantera. Cuando se construyó el jardín, las acomodaron en la plazuela del mercado (plazuela Reforma). Todavía existen pedazos de ellas en el callejón del lado poniente (atrás de la escuela).
6. Se puede apreciar en lo que es la plaza, algunos “quitasoles” o sombras de vendedores de jarros y ollas principalmente.
7. En ambas fotos se aprecian los faroles del alumbrado, montados sobre columnas de cantera.
En fin, bastanntes son los detalles que encontramos en esas fotografías, que nos ofrecen una imagen del Jerez en que vivieron nuestros abuelos o bisabuelos, allá por 1877.
Hasta el momento, sé de la existencia de más de 10 fotos que tienen qué ver con Jerez, anteriores a 1890 y son:
1. La presente foto de la plaza de armas.
2. La fotografía estereoscópica del Santuario con una torre.
3. Otra fotografía estereoscópica del exterior del Teatro Hinojosa.
4. Otra más, donde se puede ver el lado sur de la parroquia y la calle de la Aurora.
5. Otra tomada desde el barrio del “Rescoldillo”.
6. La de la fábrica de muebles “El Progreso”, por la calle de la parroquia. Fotografía de Weimer.
7. La de la fábrica de carruajes de los Sifuentes.
8. Otra de los Sifuentes simulando la compra-venta de un carruaje.
9. La del interior del teatro Hinojosa, posiblemente de Weimer.
10. La de la imagen de la virgen de la Soledad, del italiano Santini.
11. La del exterior de la capilla del Diezmo, etc.
Y, el grabado aparecido en el hebdomadario francés “Le Monde Illustré” del 21 de mayo de 1864, que ilustra “Una compañía del 1er. Batallón de cazadores a pie dispersa un cuerpo de guerrilleros en Jerez (Estado de Zacatecas).” El pie del grabado reza: “Une compagnie du 1er. Bataillon de chasseur á pied disperse un corps de partisans a Jerez (État de Zacatecas)”.



Tengo en mi poder muchas otras fotos de Jerez que poco a poco daré a conocer, para que les dé coraje a mis dos eternos y furibundos detractores.

viernes, 17 de junio de 2016

LA LLORONA DE LA CALLE DEL CIPRÉS

Uno de esos historiadores que creen sabérselas de todas me aseguró que en Jerez en los años de la invasión francesa no pasó nada, que los franceses amistaron y hasta emparentaron con los jerezanos. Eso no es cierto, sí pasaron varios acontecimientos bélicos, y de ahí se desprende esta hermosa leyenda:
LA LLORONA DE LA CALLE DEL CIPRÉS
Cuando los franceses al mando del capitán Crainvilles llegaron a Jerez, el 26 de marzo de 1864, hubo tímida resistencia por parte de los campesinos y habitantes de la región, así como de las tropas leales a González Ortega, pues los ricos comerciantes, poseedores de haciendas y acaudalados negociantes vieron con mucho agrado la intervención de los galos. En menos de dos meses, Hilario Llamas (constructor y dueño de la finca conocida como “De las Palomas”) firmaba a nombre de Jerez el acta de adhesión al Imperio de Maximiliano. Claro, a él ya lo habían nombrado antes Prefecto, con lo que podría resolver muchos agravios que tenía con quienes habían sido autoridades antes.
Los franceses en su aventura de guerra, venían acompañados de feroces zuavos que no se tentaban el alma para despachar al otro mundo a cuanto cristiano les pusieran enfrente. Eran estos zuavos soldados mercenarios de Argelia. Y se caracterizaban por usar unos pantalones colorados muy voluminosos, chaqueta corta sin cuello, faja de lana muy ancha, polainas de lona blanca y un gorrito tipo fez con su borla. (Como si fuera un vaso al revés). Los zuavos hicieron muchas tropelías en la región y eran temidos, pues el tener la desgracia de enfrentarse a ellos era condena inequívoca de muerte.
Sucede que los franceses se quejaban de que tiradores anónimos les causaban bajas cuando hacían sus rondas, esto especialmente cuando vigilaban las alturas del Santuario. Por buen tiempo no se supo de donde provenían los disparos que causaban muertes a los invasores. Hasta que una noche, alguien detectó que desde un alto ciprés situado en el callejón de las Campanas era de donde disparaban. Hay que aclarar que este callejón de las Campanas fue llamado así porque en el siglo XVIII ahí se establecieron las fraguas para fundir varias esquilas que luego serían colocadas en los templos de Jerez. Luego se conocería como calle del Ciprés o de las Artes.
Los franceses dispusieron vigilancia especial nocturna y pronto tuvieron éxito. Un  grupo de zuavos logró capturar en una oscura noche a rebeldes jerezanos que se subían al entonces vigoroso ciprés y desde ahí disparaban con sus rifles a las patrullas de invasores que rondaban. Se guiaron por el resplandor de los disparos.  Sin esperar nada, en cuanto los apresaron, ahí mismo les dieron muerte degollándolos con sus filosas cimitarras. Por desgracia, un pacífico jerezano acompañado de su esposa venía entrando por la acequia de esa calle sin darse cuenta de lo que ocurría. Cuando vio a los soldados, apremió a su mujer para desandar sus pasos, interponiéndose para lograr que ella escapara, pues los zuavos creyéndolo un enemigo más lo corretearon hasta alcanzarlo. Eso no les fue muy difícil, porque los argelianos bereberes están acostumbrados a correr en las ardientes arenas del desierto delante de los camellos para que estos caminen a su vez.
La mujer cuando vio que apresaban a su marido, se regresó, suplicándoles de mil maneras a los soldados que no le hicieran nada a su media naranja. De nada valieron sus peticiones, sus lágrimas, sus súplicas. Los zuavos recorrieron todo el callejón de las campanas, dieron vuelta por la pequeña calle “Cerrada del Santuario” (hoy conocida como calle Hidalgo) y al llegar casi a la puerta de la sacristía del Santuario, asesinaron al apresado atravesando su pecho con una de sus afiladas armas. Luego, lo colgaron de un grande y añoso mezquite que antes ahí había. E hicieron saber a los cuatro vientos, que así moriría cualquiera que atentara contra el imperio.
La infeliz jerezana plañía, rogaba a la Virgen de la Soledad para que a ella le diera también la muerte, y a pesar de las amenazas de los zuavos, no se alejó del lugar. Por varios días sus lágrimas, gritos, y peticiones de clemencia llenaron con sus ecos el barrio, sin que nadie intentara consolarla ni bajar los despojos del desafortunado del mezquite donde pendía como siniestro trofeo. ¡¡¡Ayyy de mis hijos!!! ¡¡¿¿Qué será de mis hijos sin su padre??!! ¡¡No me desampares Virgencita de la Soledad!!
Se cuenta que en el anonimato de una noche, valientes manos descolgaron los macabros restos y también se llevaron a la desconsolada viuda que dicen, murió de angustia e inanición a los pies de su marido. Se dice que fueron sepultados dentro de la huerta que perteneciera a don León Cabrera, muy cerca del ciprés, donde con el cobijo de las aguas de la acequia servirían de nutriente abono para el árbol.
Mucho escándalo causaría esas muertes entre los jerezanos pudientes, los que pidieron a los franceses no tomar acciones tan radicales, exigiéndole a don Hilario Llamas renunciara por su ineptitud, cosa que hizo, siendo nombrado como prefecto don Julian Brilanti, un jerezano mesurado y respetado en toda la región. Don Julián organizó guardias nocturnas de la policía a partir del 20 de julio de 1865. Todavía sería año y medio el que se soportaría la presencia de los extranjeros, pero en noviembre de 1866, las fuerzas liberales ya tenían el poderío en la región, mismo que se consolidó el 27 enero de 1867, en que Benito Juárez, huyendo de sus perseguidores se refugiara en Jerez donde se hospedó en la casa de don Marcelino Murguía, quien había sido nombrado recientemente Jefe Político. Al siguiente día, llegaron mil quinientos soldados liberales.
Los vecinos de las calles del Ciprés e Hidalgo, aseguran que en las noches oscuras se escuchan gritos pidiendo auxilio, lamentos y sollozos en las cercanías de la sacristía, luego se percibe como si quien llorara o se lamentara recorre la calle Hidalgo y sigue por la del Ciprés, perdiéndose los ruidos casi al llegar al Ciprés. Hay quien asegura que es el alma de la desafortunada mujer que perdiera a su marido en esa cruenta noche en que se encontraron con los zuavos. ¡¡¡Ayyy de mis hijos!!! ¡¡¿¿Qué será de mis hijos sin su padre??!! ¡¡No me desampares Virgencita de la Soledad!!.


EL BURRO DE LOS CODOS NEGROS. Hace pocos días, en la presentación de un libro a la que acudió el ya famoso y fementido poeta de los codos negros, un cronista le preguntó: “-Y tú, ¿Cuándo haces tu libro?” A lo que el poeta archivista contestó: “En cualquier rato, si este burro puede ¿por qué yo no?”. –Refiriéndose a la persona que estaba presentando su obra, obra que fue el fruto de muchos años de investigación. Este poeta –el de los codos negros- tiene bastantes años de robarse impunemente los archivos para su uso personal y nunca ha podido hacer ni siquiera un mamotreto de poesía. Lo que debe hacer es tener más cuidado con lo que dice y a quien se lo dice. Aunque traiga lentes, le pueden tumbar los dientes. (Salió el verso y eso que yo no soy el poeta de “las callezuelas en que se gastan las suelas, cuando les duelen las muelas y les pican las… espuelas”).

viernes, 1 de abril de 2016

EL PRIMERO DE ABRIL ES LA FECHA SIMBÓLICA EN QUE SE CELEBRÓ EL 444 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEFINITIVA DE JEREZ

El viernes primero de abril de este año (2016), el H. Ayuntamiento de Jerez realizó una sesión solemne de cabildo con el único fin de determinar la fecha en que se celebraría la fundación de nuestra ciudad, con los resultados del Congreso al cual se convocó oportunamente a historiadores, cronistas, estudiantes y público en general para que aportaran todas las pruebas conducentes para dar luz al respecto.
Nueve trabajos fueron leídos durante el Congreso, y la comisión dictaminadora estuvo integrada por profesionistas representando a la Facultad de Historia de la UAZ, así como al Archivo Histórico de Zacatecas y a la Asociación Nacional de Cronistas. Ellos, luego de leer y examinar a conciencia los trabajos académicos determinaron por unanimidad que BERNARDO DEL HOYO CALZADA y LUIS MIGUEL BERUMEN FÉLIX merecieron ser los triunfadores, pues sus trabajos reunían las características de investigación adecuadas y aportaban pruebas necesarias para el conocimiento de los primeros años de nuestra ciudad.
Bernardo del Hoyo y Luis Miguel Berumen presentaron bien documentados trabajos que merecieron ganar.
A sus espaldas la placa conmemorativa, que "alguien" intentó quitar y desaparecer.
Además deliberaron entre ellos y propusieron al Cabildo que se eligiera el año de 1572 COMO EL AÑO DEFINITIVO DEL POBLAMIENTO Y FUNDACIÓN DE LA VILLA DE XEREZ, así como que se recordara a los fundadores españoles Pedro Carrillo Dávila, Martín Moreno y Pedro Caldera en el domingo anterior al sábado de gloria, pero como la fecha es movible, las autoridades propusieron que fuera el primero de abril.
Después de escuchar el informe sobre el citado Congreso “La fragua de una ciudad”, y de apreciar la lectura del dictamen de los jurados, el cabildo por unanimidad declaró como fecha conmemorable el 1º. de abril.
Pero, como en todo, hay gentes que le abonan siempre a lo negativo, y creen ser poseedores de la verdad absoluta, para pronto un individuo de esos hizo un comentario en las redes sociales que decía: “Lo peor de éste mundo es engañar, y peor cuando se usa la mentira, Jerez no se fundó en 1572, quizás nunca ocurrió, no hay nada para demostrar lo que el Ayuntamiento pretende dejar como inútil legado a la posteridad…”.
Portada del trabajo que yo presenté.
Mucho me hubiera gustado que el autor de esos comentarios se tomara la molestia de asistir al multicitado Congreso, o participara esgrimiendo sus argumentos con un escrito entendible y con documentos probatorios en mano y en el que mostrara el porqué de sus aseveraciones, como lo que asegura que él tuvo en sus manos la cédula en el que el rey ordena la fundación de Jerez, pero que no se distinguía el año porque estaba borrado. Eso, es mentira porque Jerez no fue fundado por instrucciones del monarca español, sino que su fundación y poblamiento fue ordenada por la Audiencia de la Nueva Galicia.
Respecto a lo que dice que “no hay nada para demostrar lo que el Ayuntamiento pretende dejar como inútil legado a la posteridad”, ocurre que por su enfermedad no puede comprender muchas cosas y no ha podido consultar fuentes o archivos de primer órden, donde se encuentran papeles originales que hablan de los primeros años de vida de la villa de Xerez así como de su poblamiento y fundación. En el archivo de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid, está el manuscrito original de las “Relaciones Geográficas de la Villa de Jerez, bajo la signatura 9.25-4/4662-VIII, que sido uno de los vehículos más importantes para el conocimiento de los primeros años de vida de Jerez. Francisco del Paso y Troncoso y René Acuña hicieron transcripciones de ella. Comentada por el Profr. Valentín García Juárez en “Historia de la Fundación de Jerez” y extractada por don Eugenio Del Hoyo en “Jerez corona a su reina”. (Revista realizada en 1961). En Jerez existe una copia facsimilar extraída directamente de los originales que están en Madrid y que posee Luis Miguel Berumen Félix.
Foja de las Relaciones...
Dichas relaciones fueron escritas por gente que vivió en Jerez, y que recordaban los acontecimientos de su fundación, acaecida pocos años antes. Además en el archivo de Guadalajara de la “Primigenia Audiencia de la Nueva Galicia” están los “testimonios de los negocios que provee la Real Audiencia de Galicia” donde se habla de la fundación de la villa y del sueldo que se le ha de pagar a su alcalde mayor, que son documentos fehacientes escritos a pocos días de la primera fundación de Jerez, ocurrida a fines de 1569. (Luego se despoblaría por la guerra chichimeca y se poblaría definitivamente en 1572).
Muchos prestigiados cronistas e historiadores, como Philip Wayne Powell, Joaquín García Icazbalceta, Fray Alonso de la Mota y Escobar, Juan López de Velasco, Peter Gerhard, Rafael Diego Fernández Sotelo, Fray Antonio Tello, Primo Feliciano Velázquez, etc., han escrito sobre la fundación de Jerez apoyados en fuentes de primer orden, documentos existentes y que el agorafóbico sujeto dice que no existen.
La decisión del ayuntamiento de Jerez la considero muy acertada, histórica y además nos devuelve una identidad perdida por caprichos y mentiras de algunos que siempre están criticando lo que se hace para el bienestar común.
El trabajo que yo entregué para este Congreso es una larga investigación, de muchos años, y que consta de 34 fojas (resumidas), en las que se incluyen los antecedentes, los hechos, propuestas, conclusiones, acompañado de sus correspondientes citas a pie de página, la extensa bibliografía que se consultó (documentos originales y copias facsimilares), los archivos en que se buscaron y encontraron referencias, así como revistas, impresos y papeles sueltos en que se habla de la fundación y poblamiento de Jerez. Estoy muy contento por haber contribuido en algo a la búsqueda de nuestra identidad histórica, por lo que me parece de muy mal gusto en que alguien asegure lo que él cree es su verdad.
Por parte de la Crónica Jerezana y con el apoyo del departamento editorial del Instituto Jerezano de Cultura, se están buscando los apoyos necesarios para la publicación de la memoria del Congreso, en la que tendrán cabida los trabajos que participaron, los dictámenes y conclusiones, todo con su respectivo respaldo documental.
Hay gente que está como los burros viejos, que nomás rebuznan para que no les den un llegue… es a este tipo de gente a quien se le atribuye el tratar de quitar la placa alusiva a este evento (solo le quitaron las tuercas y la voltearon).

miércoles, 9 de marzo de 2016

HISTORIADORES DETERMINAN FECHA DE FUNDACIÓN DE JEREZ


Dentro del Congreso “La Fragua de una Ciudad”, convocado por el Ayuntamiento jerezano 2013-2016, mediante los trabajos triunfadores se propuso como fecha de fundación del municipio, el año de 1572.
El secretario de gobierno Samuel Berumen de la Torre, el cronista adjunto del municipio Héctor Manuel Rodríguez Nava,  Jesús Espinoza Serafín Regidor  y la comisión dictaminadora, integrada por el cronista del Estado Manuel González Ramírez, el docente investigador de la Unidad Académica de Historia Roberto Carrillo Acosta y el representante del Archivo Histórico de Zacatecas Oscar Edilberto Santana Gamboa, estuvieron presentes durante la revisión de los proyectos.
De manera unánime se otorgó el primer lugar al trabajo titulado “La Fundación de Jerez, Zac.” cuyo autor es Bernardo del Hoyo Calzada, y también de forma unánime se otorgó el segundo lugar al trabajo titulado “Poblamiento y Fundación de Jerez” de Luis Miguel Berumen Félix.
Para este ejercicio se atendieron todas las aportaciones, pruebas y testimonios presentados por los participantes, y dicha Comisión propuso al Ayuntamiento jerezano que el año de fundación de la Villa de Jerez de la Frontera sea 1572, considerando este año como la consolidación del asentamiento español en este territorio, que si bien los primeros intentos se llevaron a cabo entre 1569 y 1570, el año de 1572 es histórico porque representa el inicio del desarrollo ininterrumpido de este asentamiento, que desde entonces se ha mantenido con el valor, tenacidad y trabajo que caracteriza a su población hasta hoy en día.

A través de estos proyectos, fue  también como se propuso que en el domingo previo al Sábado de Gloria, se rinda anualmente homenaje a quienes pusieron los cimientos de la ciudad, entre ellos Pedro Carrillo Dávila, Pedro Caldera y Martín Moreno, todo esto dentro del preámbulo de las fiestas máximas de Primavera de Jerez.

viernes, 19 de febrero de 2016

LA CULTURA NO VA CON LOS GASES


Sulfido de hidrógeno, metanetiol y sulfido dimetil son gases apestosísimos que contienen sulfuro, y de por sí, solos son olorosos juntos lo son más. En días pasados, aprovechando mis vacaciones, asistí a un evento cultural que prometía estar agradable. De esos eventos en los que es de muy mal gusto llegar tarde, interrumpir o irse a media función. El Teatro Hinojosa –porque fue en el teatro- estaba más o menos lleno, gente culta pensé yo. Cuando de pronto, el ambiente frente a mí se comenzó a llenar de un aroma indescifrable y muuuuy desagradable. Emanaciones contínuas de los gases mencionados al principio. Si prendiera un cerillo en el trasero de la persona que estaba sentada adelante de mí, seguro que se verían ráfagas verdes o azuladas. Algunos manifestamos nuestro desconcierto y descontento tapándonos con la mano boca y nariz, pero eso en nada detenía la constante afluencia del sulfido de hidrógeno. 
Yo no traía ni un méndigo papel para hacerme aire y en esos momentos en lugar de ver la actuación de los artistas en el foro, pensaba en dos madres, en la de la persona que a placer se echaba sus flatulencias tipo cochina dormida. Esa madre que seguramente no le enseñó reglas de convivencia social, y que le ha de haber rellenado también la panza de cebollas, ajos, frijoles y demás alimentos creadores de gases. Y pensaba también en mi mamá, que cuando íbamos a salir, nos mandaba a todos primero al baño aunque no tuviéramos ganas. “Van y se me exprimen bien, para que no anden con su circo en la calle”. Dice un refrán “que vale más perder un amigo que una tripa”, pero en esa ocasión creo que ninguno de los que estábamos soportando la feroz acometida gaseosa éramos amigos de la interfecta (porque era interfecta) y además tampoco la gaseadora estaba en peligro de perder una tripa, pues se notaba que hasta disfrutaba cada que soltaba uno de sus efluvios, ya que hasta levantaba un poco la nalguita de la silla y se fruncía un poco. Hubo un momento en que de plano ya no soporté, y me levanté de la silla, diciéndole a mis vecinos de asiento: “Ahí se las dejo, toda para ustedes, no dejen de darle el golpe”. Salí encarrerado por el pasillo y de milagro llegué al baño donde vomité pues mi organismo no pudo soportar tanto martirio. La próxima vez, creo que tendré que ir preparado con una buena máscara antigases.
EL PANTEÓN DE DOLORES Hace ya mucho tiempo comentaba acerca del estado en que se encontraban las criptas, mausoleos, monumentos, templetes y demás del Panteón de Dolores. Y es que estaban dañadas gravemente. La falta de mantenimiento adecuado, además de la fuerte lluvia debilitaron la cantera. La humedad se la comía. Hay monumentos que se resquebrajaban, y que existen completos gracias a fotografías oportunamente tomadas. Algunas leyendas de las lápidas ya no se pueden leer. . A mí en lo particular hace años me llamaba mucho la atención la dedicatoria que Sofía de la Torre dejó a su marido en el catafalco que hizo en su memoria, donde en la parte superior se ve un ancla, luego dos manos, separados ambos elementos por una leyenda en latín “In te domine speravi, non confundar in aeternum”. Y más abajo reza: “Restes cheris de celuí que jái tant aimé, jamais mon coeur ne palpitera que pour toi” (Restos queridos del ser que tanto amé, jamás mi corazón no palpitará por nadie más que tú). Y en la parte de abajo se podía leer: “Mi querido esposo, do quiera que alienta, ven con tu recuerdo mi vida a animar, no dejes ¡oh no! Que el pecho del que había amado, algún día te llegue a olvidar. Su esposa Berta Sofía de la Torre. D.E.P.”. Esa dedicatoria se fue descascarando y ya no existe, solo la podemos ver en fotografías.
Fue durante la administración del profesor Benito Juárez cuando se creó un patronato pro conservación del panteón, pero era un patronato solo de membrete pues no se les dieron atribuciones para gestionar fondos para la restauración de este lugar. Entonces se enlozó todo el corredor de acceso a la primera sección, se le dio su manita de gato, y hasta se le dotó de iluminación ambiental con miras a que fuera incluído en futuros recorridos turísticos.
Entonces hubo la intención de tratar de incluir el Panteón de Dolores en algún programa como el Fondo de Apoyo a Comunidades para la Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos (de CONACULTA). Los primeros pasos para hacer la solicitud se dieron, y se me encargó hacer el expediente (más de 300 páginas que nunca me pagaron). Pero todo ahí quedó con el cambio de gobierno.
Cuatro años después, el regidor encargado de panteones, solo se preocupó porque hicieran unos sanitarios, porque de otro modo “se tenía que andar miando entre las tumbas”. Creo que ni siquiera los sanitarios existen.
Es curioso que sean personas nacidas en otras latitudes quienes aprecian el valor de nuestra arquitectura civil y religiosa, como es el caso de mi buen amigo el Dr. en arquitectura Carlos Lira Vásquez, quien en su libro “Una ciudad ilustrada y liberal, Jerez en el Porfiriato” hace un muy extenso estudio sobre nuestra ciudad, y dedica más de 40 páginas al panteón. “Sin bridas por el desfiladero de la muerte”. Un estudio que bien vale la pena leer y entender.
El cronista adjunto enseñándome los trabajos que se realizaban en el panteón.
EL RESCATE. Afortunadamente el año pasado se realizaron trabajos de restauración en el panteón, mismos que presentaron grandes dificultades, pero afortunadamente quienes intervinieron salieron avantes de la encomienda. El cronista adjunto de Jerez Héctor Manuel Rodríguez Nava, tuvo importante labor en esta restauración. (El otro cronista puede ser que ni enterado esté de los trabajos realizados). Ahora, podemos presumir que el Panteón de Dolores está convertido en un excelente museo, se han recuperado lápidas, se han descubierto tumbas perdidas, se reconstruyeron catafalcos y mausoleos, y la historia de Jerez se puede reescribir con toda la investigación realizada sobre los hallazgos en el panteón.
La galería abajo del edificio de La Torre.
LA SALA DE LEYENDAS. Abajo del piso del edificio de la Torre, hay dos extensas galerías, perfectamente ademadas de piedra. Si esas galerías se adecuaran, se les dotara de una entrada con escalones, se me ocurre que podría servir como una “galería de lectura de leyendas”, con la iluminación adecuada y un buen narrador, sería otra alternativa cultural para Jerez. Pero… hay muchos peros, el primero, Monumentos Coloniales, que siempre y por todo se pone sus moños. Otro pero sería la falta de visión a futuro, y otro pero más, que no hay presupuesto.
En la galería que está en la casa donde se pretendía hacer el Museo de la Charrería también sería agradable hacer un “café subterráneo” aprovechando el amplio espacio de ese tramo de túnel que dicen los cronistas no existe.
Monumentos Coloniales siempre ha sido una traba, pues sus disposiciones son de tipo inquisitorial, sus lineamientos son absurdos y obtusos. Además, que en Jerez lo único colonial es la Parroquia de la Inmaculada y dos que tres fincas cercanas, pues la mayoría de las construcciones jerezanas que aún existen son del siglo XIX, cuando ya no existía la colonia…

viernes, 12 de febrero de 2016

EL TESORO DEL CALLEJÓN DE LOS ÓRGANOS

-“No creo que se acuerde de la cruz que estaba ajuera del panteón de Dolores, pegada a la barda del lado norte. Esa cruz la puso don Cuco Vanegas para ir a pedir a Dios por  su hijo Dañel, que fue muy maldito, pos’ fue quien quemó a un sacerdote y a su mamacita (la del sacerdote) en una caldera de un molino; cuando lo mataron en tiempos de la revolución echaron su cuerpo a una fosa común y no le permitieron a su padre pusiera una cruz dentro pa’ recordarlo. Así que la puso ajuera.
“Ese Dañel era muy mala alma, se metió de revolucionario cuando vinieron las tropas de Pánfilo Natera, y a los pocos días andaba presumiendo que era general. Los que andaban con él eran puros de su calaña, acostumbrados a la malditura, se robaban a las muchachas de los ranchos y nomás les hacían la maldá y las dejaban a su suerte. Aparte, le traiban munchas ganas a la hacienda del Ojo de Agua, acá por el Huejote.
“Tantas maldades hizo ese Dañel, que sus mismas gentes lo mataron y en un carretón de basura lo trajeron a enterrar en una fosa común que había pegada a la pader. La cruz que puso don Cuco quedaba esaitamente frente al callejón de Los Órganos, pero antes no había casas, solo unos tecoruchos abandonados y unas bardas de adobe con nopales bien enrraizados, ya muy añejas. Ya más o menos se dio una idea de dónde estaba la cruz que le digo, ora sí le voy a contar la historia:

“Don Filomeno andaba con su compadre Ponciano de rancho en rancho, de pueblo en pueblo, de feria en feria. Vendían baratijas, espejos, collares, y cosillas de esas que usan las mujeres quesque pa’ verse más bellas. Barilleros eran.
“Pos’ don Filomeno estaba añejón y ya cansado de andar de pata de perro le dijo a su compadre que él se iba a quedar a vivir en Jerez, que a lo mejor se dedicaría a la hojalatería y a criar marranos. Y es que ya tenía familia, y la ñora era la que más resentía que anduvieran como judíos errantes. Así que pa’ pronto consiguió una casa que ni siquiera le rentaron, se la emprestaron pa’ que la cuidara.
“Pos’ la casa esa es la que quedaba en el callejón de Los Órganos y daba esquina con el llanito al lado del panteón. La casa estaba abandonada, nomás eran dos cuartitos, un gallinero y un corral con bardas de adobe medio caídas, unos macheros y sobre las bardas habían crecido unos nopalones que de noche daba miedo verlos.
“En un cuartito dormían don Filomeno, su mujer y sus tres hijos. El otro lo usaban pa’ cocina y pa’ guardar triques y el compadre se quedaba en el gallinerito, al cabo acostumbrado a andar en el trote, ponía un petate en el suelo y ahí se dormía. En el corral metieron cochinos, eran marranos criollos, de esos corrientes y trompudos. En el patio don Filomeno arregló sus cosas pa’ chambiar en la hojalateada.
“Pos’ a los pocos días Ponciano le dijo a su compadre que él mejor se iba a seguir con lo de la barilleada, porque se sentía incómodo ahí, y no por quedarse en el gallinero, sino que porque por las noches se oían murmullos y se veían sombras del lado donde estaban los nopales. Don Filomeno le decía que no juera coyón, que los murmullos los causaba el viento que pasaba entre los nopales, y que las sombras era porque el mismo viento los movía. Ponciano le retobaba y juraba que eran los muertos del pantión que se querían salir.
“Don Filomeno notó después que los cochinos escarbaban en las raíces de un nopal, y se lastimaban sus trompas, así que junto con su compadre decidieron tumbar los nopales, de ese modo ya no se verían sombras ni se oirían murmullos ni voces extrañas por la noche, y de pasada, los cochinos ya no trompearían ahí. Pos’ estaban en chinga con los talaches y los picos sacando de raíz los nopales, cuando Ponciano se rajó, dijo que lo dejaran para después, porque estaba muy cansado. Filomeno le decía que le siguieran nomás un rato, que casi acababan.
“Ponciano se fue a la tienda de don Goyo Ramírez, ahí cerquita, en la esquina de la calle Dolores, a echarse unas cheves y dejó a su compadre solo. Empezaba a anochecer cuando de talachazo en talachazo don Filomeno ya casi sacaba todos los nopales. Y que da un talachazo y ¡zas! Se le fue hasta dentro de un hoyo que estaba debajo de la raíz del nopal. Y en el agujero, se encontró tres ollas de barro, bien llenitas de monedas de oro. Yo crioque como les daba el aigre no se engasó don Filomeno.
“No se portó gacho, porque luego luego jue a buscar a su compadre pa’ que le ayudara, pero el compadre ya estaba briago con las cheves que se había tomado y lo tiró a loco. De todos modos don Filomeno le convidó de las monedas que se encontró.
“Pos’ la suerte de esa familia cambió con ese hallazgo, porque después compraron esa casita y la tumbaron toda pa’ hacerla nueva. Y don Filomeno se dedicó a comprar casas por todo Jerez para tumbarlas y hacerlas nuevas. Del dinero que se jalló pue’que ya no queda nada, porque los hijos le salieron muy jijos y a escondidas de su papá se lo sacaban pa’ gastarlo en cuanta borrachera se les ocurrió.

“Y así como se lo cuento, es como me lo contaron, lo del tesoro de la casa de enfrente de la cruz de Dañel Vanegas. Que sea cierta, quen sabe, a mí así me lo contaron”.

martes, 9 de febrero de 2016

LA FUNDACIÓN DE JEREZ

En los círculos culturales jerezanos, se habla de que en este mes de febrero se reunirán estudiantes de historia, cronistas, “compadres de los cronistas” e historiadores en un congreso para “establecer definitivamente” la fecha de fundación de nuestra ciudad. La fecha no necesita establecerse, pues de que hubo fundación, la hubo. La cosa es encontrar los documentos que aún existen desperdigados por ahí, en los cuales los primeros habitantes de estas tierras hayan dejado su testimonio. Hace ya varios años ya había escrito en este mismo espacio algo al respecto, y como no voy a participar en esos foros, porque no estoy a la altura de esas gentes que juran ser los poseedores de la verdad histórica (eso dijo el fementido poeta de los codos negros), a petición de muchos de mis lectores se los ofrezco de nuevo:
EL CUESTIONARIO DEL REY

Ese sábado 13 de octubre de 1584, luego de oír la misa matutina en el pequeño templo de la “Limpia Concepción”, cuyo atrio y frente estaban entonces orientado hacia el norte, se reunieron bajo una enramada cercana los principales vecinos de la naciente Villa de Xerez de la Frontera. Ahí había dispuestas algunas sillas rústicas y una mesa, con papel, tinta, arenilla y varias plumas de ganso convenientemente afiladas para que el escribano Pedro Ramírez pudiera dar fe de lo que se realizaría.
El Juez de Comisión y Justicia Mayor de la Villa, Diego Nieto Maldonado, les mostró a todos los presentes un cuestionario de 6 hojas, en las que relucía una “P” capitular en tinta roja.  Les explicó lo que ya todos sabían: Felipe II necesitaba conocer todo su reino, ya desde 1577 Juan López de Velasco, cosmógrafo y cronista mayor de las Indias había hecho un cuestionario que por órdenes del monarca se distribuyó en todas las posesiones españolas. Por disposiciones de la Audiencia de la Nueva Galicia, lo debían responder “los gobernadores, corregidores o alcaldes mayores”. Eran tan solo 50 preguntas, pero a los vecinos, la mayoría españoles iletrados y que se vinieron en pos de la aventura y la fortuna, se les hacía muy difícil contestarlas, motivo por el cual se reunieron ese otoñal día para ver si entre todos podían hacer una contestación coherente a la “Memoria de las cofas, a que fe ha de refponder: y de que fe han de hazer las relaciones”.
El escribano comenzó con su mejor caligrafía a redactar el documento: “En la Villa de Xerez de la Frontera a trece dias del mes de Otubre de mil y quinientos y ochenta y quatro años, El Ilustre Señor Diego Nieto Maldonado juez de comicion y justicia mayor de la dicha villa y valle de Taltenango por su majestad en cumplimiento de lo que es mandado por la real audiencia de este reyno sobre la relacion que su majestad mande que se le envie de la descricion de las yndias, estando presentes los señores juan bicente y hernan garcia alcaldes ordinarios de la dicha villa y esteban garcia regidor, les dio a entender lo contenido de la dicha instruyción y aviendoles sido leida dixeron y respondieron lo siguite”
La primera pregunta estaba sencilla, y respondieron: “Que desde la fundacion de esta dicha Villa se le puso nombre de la VILLA DE XEREZ, y ansi lo confirmo el avdiencia real de este reyno de la nueba galizia en cuyo destrito cae y que no a tenido mas nombre que este”. La segunda pregunta era sobre quien fue “el defcubridor y conquiftador de la dicha provincia y el año de fu defcubrimiento…”.  Contestaron que “puede aver quinze años poco mas o menos que esta dicha villa se pobló de españoles que algunos de ellos oy en dia residen en ella la qual estava conquistada por los conquistadores antiguos de este reyno y descubridores de las minas de los cacatecas”.
Y así, se consultaban y seguían entre todos dando las respuestas a las preguntas, sobre el temperamento del clima, si es tierra llana, poblaciones de indios, distancias a otras villas, etc.
La pregunta 9 pedía se dijese “El nombre y fobrenombre que tiene, o vuiere tenido… y porque fe vniere llamado affi… y quien le pufo el nombre, y fue el fundador della, y por cuya orden y mandado la poblo y el año de fu fundación, y con quantos vezinos fe comencó a poblar, y los que al prefente tiene”…
La respuesta fue “la cavssa porque a esta villa se le puso el nombre de Xerez de la frontera fue porque es tierra a donde de ordinario andan indios de guerra robadores y matadores el qual nombre se acordó por los pobladores que de presente se hallaron en la poblacion de ellas y por la real avdiencia de este reyno le fue dado y señalado el dho nombre; y fue el primer fundador y poblador de ellas PEDRO CARRILLO DAVILA y PEDRO CALDERA y MARTIN MORENO, y ansi fueron viniendo de dia en dia, y llegaron a aver en la dcha villa treynta y seys vezinos españoles, cazados y solteros, y de presente hay doze y no más. La qual poblazón se hizo, con orden de la dcha real avdiencia, en el año de MIL Y QUINIENTOS Y SESENTA Y NUEBE”.
En 8 folios contestaron esos jerezanos pioneros todo lo que supieron sobre el valle que comenzaban a habitar. Lo interesante es que consignan que en 1569 se fundó la Villa de Xerez. Entonces no había posibilidad de que se equivocaran porque fue pocos años antes, muy pocos.
El documento lo signan Diego Nieto Maldonado, Hernan García, Juan Vicente, Esteban Garcia (que dibujó unos garabatos) y Cristobal Caldera, además de el escribano.
Sería interesante poder paleografiar y dar a conocer a los jerezanos el documento completo, pues nos habla de los primeros días de nuestra tierra. Ya varios investigadores lo han mencionado como Francisco del Paso y Troncoso (que vio el original), don Eugenio del Hoyo y don Valentín García Juárez.
El original se encuentra en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, en el edificio marcado con el número 21 de la calle León de Madrid. Dicen que hay copias en el Archivo General de Indias, en la Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas, y en la Glasgow University Library. Una copia facsimilar llegada directamente desde el otro lado del charco, adorna mi archivo particular. (Me imagino que es la única que hay en Jerez). El documento no se ha digitalizado por lo que en los archivos de internet no está. Sería interesante que algún día se pudiera publicar íntegro, perfectamente paleografiado y con sus conclusiones.

Hay otros papeles que nos hablan de los primeros días de nuestro pueblo, quizá los eruditos participantes de este Congreso los saquen a relucir y se enriquezca bastante la historia de Jerez. Yo –reitero- no participaré, pues bien aplicado está el refrán ese que dicen que unos ordeñan la vaca y otros se toman la leche…