lunes, 16 de junio de 2008

21 DE FEBRERO

LA CULTURA QUE NO ES CULTURA

Gracias a quienes domingo a domingo nos leen y nos critican para bien o para mal. Uno de estos lectores me dijo que yo no debía presumir de escribir de cultura, porque no era un hombre culto. Le pregunté que para él que era ser culto, y me respondió que es estar preparado, ser un profesionista distinguido, hablar y escribir con elegancia. P’os me jodió. Reconozco que yo no estoy preparado, ni escribo y mucho menos hablo con elegancia, en fin, soy puro pájaro caripocátido.

Pero yo leí por ahí que la cultura es el conjunto de todas las formas y expresiones de una sociedad determinada. Para mí, hasta el Pitirijas hace acopio de su cultura al dejar plasmada en letras de molde toda una apología del albur y del hablar mexicano. Hace poco tiempo, en una ranchería del norte de Jerez, la gente andaba culeca porque les habían dicho que les iban “a llevar cultura”. Pues, todos mis compas estuvieron atentos a los preparativos, luego a los discursos, y hasta a los bailables que se presentaron, pero atrás, perdida entre la multitud se oyó la voz de una niña que le decía a su madre: “¡Mamá! ¿y la cultura esa a quihoras nos la van a dar? ¡Yo ya tengo mucha hambre!”. Y la madre contestó: “¡Pérese m’ija, yo crioque nomas acaban de bailar las viejas locas y nos dan cultura”. Un viejito que estaba cerca dijo: “Yo me truje dos redes pa’ ver si me las llenan de cultura”. Así que concluyo que cada quien tiene un diferente concepto de cultura.

Mejor, les ofrezco algo más serio que escribí hace ya como diez años, con dedicatoria para todos los paisas que andan en friega allá por el país donde se dan los tomates:

LA EMIGRACION NO ES COSA NUEVA...

El que los jerezanos seamos muy propensos a emigrar, obedece ya a herencia atávica, pues somos descendientes de huachichiles seminómadas y de hispanos aventureros.

Desde que la villa de la que por doquier estamos orgullosos por tener como cuna se irguió, nunca pudimos asentarnos en un mismo lugar, y así tenemos que obedeciendo a las leyes climáticas, mejoría de oportunidades, temporales bonanzas y años de sequía, la población andaba “pallá y pacá", como gallina comprada.

Desde los primeros años del siglo XIX comienza a registrarse en forma una constante emigración, (en 1806 hubo una gran sequía y escasez de alimentos que hizo que muchos "villanos" tuvieran que ir a pedir "casa y cobijo" con los parientes ricos que vivían en Zacatecas o Guadalajara). Con los años de incertidumbre de la lucha por la independencia no fueron pocos los poblados pequeños cuyos habitantes los abandonaron ante el temor de ser atacados por soldados de cualquier bando. Ese procedimiento fue muy utilizado durante la intervención francesa, en la que se "peinaban" determinadas zonas, replegando a sus moradores a vivir en ciudades donde tenían que mendingar el pan que el campo promisoriamente se los daba antes.

"La Unión Jerezana" es un periódico que tenemos a la mano, y su aparición data de 1895, una nota dice: "Los hacendados jerezanos están muy tristes, porque no tienen sirvientes, pues con motivo de las frecuentes sequías, han emigrado a otras regiones del país en busca del sustento”. Tales sequías, a las que se unió una epidemia, se hicieron sentir por los últimos años del siglo pasado, por lo que muchos antecesores coterráneos huían de esta tierra a la que creían estaba "muy dejada de la mano de Dios", pues de nada servían las rogativas, peregrinaciones y novenarios en pos del "buen temporal".

El nuevo siglo no fue la excepción en cuanto a economía se refiere, como podemos leer en el periódico "El Jococón" de julio 28 de 1906: "En menos de una quinceada le han subido al máiz y a los maromeros (frijoles) casi la mitá delo que antes valían, y todo esto no vayas a crer, no es porque no los haiga sino porque unos cuantos de los meros latudos (ricos) sian puesto águilas y han echan rialada con el dicho máiz y los dichos maromeros, encerrándolos en sus bodegas con la esperanza de que lagua no venga y entonces vendimoslas más caras corno a ellos les dé la gana'”. El estrechamiento de la capacidad adquisitiva de la población, consiguió que poco a poco “Un titipuchal de gente que antes la giraba en varias industrias se está yendo todos los días en busca de otras tierras menos tiranas questa" (El Jococón, enero 5 de 1907).

En las últimas décadas del Porfiriato el desempleo se tornaba escalofriante. Caro pagaba Jerez la conformación de su agricultura mono-productiva. El viacrucis de muchos coterráneos nuestros, doloroso y cruel, apenas comenzaba.

En Durango, los zacatecanos buscaron trabajo en las minas de Velardeña, pero a muchos les tocó la de malas, entre el 10 y 11 de mayo de 1907 perecieron incinerados 90 operarios en una de tales minas y "Seguramente que entre los dijuntitos se encuentran muchos zacatecanos, pos en todos esos minerales del Norte los hay a montones, pero como los gringos de las negociaciones no han querido dar hasta hoy la lista de los que trabajaron esa noche fatal, no puedo decir a mis amigos cuales fueron los tuzos que allí dieron la última boqueada..." (El Jococón, mayo 18 de 1907).

Otros zacatecanos llevados por enganchadores con engaños a Pedriseña, Dgo., eran víctimas de incumplimiento y malos tratos: "Entre los operarios que se ocupan en estas negociaciones estamos muchos zacatecanos que vinimos dizque a juntar el dinero con escoba y ¡úchila que no fue cierto! Porque nos tratan como a unos presidiarios y nos pagan cuando queren y lo que gustan, pos alora que se les hace güeno suben y bajan los salarios habiendo días que nos han pagao por agujeriarle dos metros al peñasco, hasta setenta y cinco centavos para una parada de cristianos" (El Jococón" octubre 5 de 1907).

La vida cara y los bajos salarios acendraban la desnutrición de nuestros paisanos que sufrian con sus familias los rigores del clima en parajes extraños. Los enganchadores eran una verdadera plaga para nuestros emigrantes. En Jerez fueron sorprendidos varias veces trasladando familias enteras a Tlahualillo, Dgo., y hasta a los campos algodoneros de Gómez Palacios.

Malos tratos y vida cara sufrieron en Monterrey, en Aguascalientes y en Parral; incumplimientos, bajos salarios, hambre y muerte encontraron nuestros paisanos.

Estados Unidos de Norteamérica comenzó a ser desde entonces, punto de destino de los emigrantes jerezanos, que tenían preferencia por Texas y California. Por supuesto que esta fuerza de trabajo emigrante que contribuiría al crecimiento capitalista, en ocasiones también allá resultaba sobrante, frecuentemente las autoridades recibían telegramas como este:

"Avísome inspector de inmigración en el Paso, Tex., que a causa superabundancia de braceros, hoy rehusó admisión a más de 250 mexicanos llegados esta madrugada por Central Mexicana. Tanto para evitar posible mala interpretación de la prensa, como para si lo estima conveniente, llegue a conocimiento de la clase trabajadora en Zacatecas..."

Cuando pasaban la frontera, no les esperaba el paraíso, ya eran tradicionales los malos tratos a los que se les sometía: "...al irme al otro lado del Paso me tocó la de malas; lo pior es que, por allá se hecha uno encima la mesmos suyos porque éstos se agringan y la queren, superitar gorgoniándole a uno como si jueran los menos unprosolutos... apenas se miran sambutidos en un pantalón rayao de azul con pechera y tirantes y meten las patas en zapatones de Texas, y se tapan las greñas con gorras prietas y usan anillo de cobre en el dedo chiquito; y luegito los tienes hechos unos prencipales godemes. Ya no les cuadra latoli, sino el cofi; carne ni golerla sino es en misteque masque sea de perro, y porque saben decir Cherrez, Fresnio, Zactecs y ol ray, piensan que ni las águilas los alcanzan" (El Jococón, diciembre de 1906).

Lejos de resolverse el problema del desempleo se agudizó cuando en Estados Unidos éste fue aumentando: “Nuestros parientes los gringos, que habían dao en ocupar puros mexicanos en sus minas, en los caminos de ferrocarril y en otras muchas mecánicas no buenas no malas, les acaban de dar el llano y de un bote más de tres mil de los nuestros que con sus familias y todo andan rezando las doce antes que las den, en las ciudades de las altas Californias y en otros muchos puntos..." (El Jococón, 11 de enero de 1908)

La miseria empujaba a los zacatecanos de un lado, el desempleo los expulsaba del otro. La situación continuaba siendo de rechazo por nuestros vecinos del norte hacia 1910; según el cónsul de México en Ciudad Juárez: “Ferrocarriles Americanos están desocupando jornaleros mexicanos y enviándolos al Paso donde hay ya gran acumulación de ellos. Conviene evitar que sigan viniendo jornaleros del interior, pues no hay trabajo que darles". Como puede verse, desde entonces la población emigrante encontraba canceladas todas sus posibilidades. La población de la región iniciaba desde entonces y a falta de otra alternativa el viaje "al Norte", la estrategia de su resistencia dramática por la vida. Hoy como entonces más de uno repetirá:

Pa'mi questaba en un brete

por irme de aquí de juida,

no me queda más salida

que la salida del cuete….

LA PROXIMA SEMANA LE SIGO, Porque ya se me acabó el espacio. Solo resta darles las gracias a todas las personas que llevaron fotos para que las incluyéramos en la mejor revista de la feria “MI TIERRA” que ya comenzamos a imprimir, y que será testimonio de esta primavera.

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